En medio de tanta charcutería, es decir, de tantos chorizos como aparecen por doquier, uno tiende a pensar que ya no queda gente honrada, que todo el mundo es corrupto.
Hace un par de semanas varias televisiones y otros medios de comunicación daban, casi como primera noticia, que habían pillado a un párroco cometiendo actos deshonestos con otro hombre en un parque público, a la orilla de un camino muy transitado, y vestido de cura. Y ¡qué casualidad!