La felicidad de un niño

Hubo un tiempo en que los niños y las mujeres eran personajes de segunda categoría y en los que, por supuesto, su opinión no contaba para nada. Con el paso de los siglos algo han cambiado las cosas, pero para bastantes millones no tanto. Hay millones de niños que mueres de hambre, otros son esclavizados, sin contar a los que ni siquiera permiten nacer.

No obstante, al menos a nivel teórico, contamos con los “Derechos del niño”. Derecho a la alimentación, a la sanidad, a la educación, a tener una familia, a poder jugar… y también a ser feliz. Concretamente el número 12 de la Declaración de los Derechos del Niño dice que tiene derecho a opinar en las cosas que le conciernen.

A lo largo de los últimas semanas ha sido noticia en los diferentes medios de comunicación el caso de Julio, un niño de La Cepeda, que ha tenido en su corta vida experiencias muy dolorosas. Su madre lo abandonó, con todo lo que esto significa. La justicia le dio la custodia al padre, permitiendo a la familia materna el visitarlo, aunque no ejercieran este derecho. Lo más terrible para el niño ha sido ver cómo su madre asestaba unas cuantas puñaladas a su padre hasta quitarle la vida.

Pero como en esta vida siempre hay gente buena, Julio ha tenido la gran suerte de sentirse acogido y querido por su familia paterna. Se puede decir que, a pasera de todos los sufrimientos, ha sido un niño feliz, con sus tíos y primos, con sus compañeros de clase en el colegio de Sueros de Cepeda, como monaguillo… hasta que un día una juez, probablemente mal informada, toma la decisión de apartar al niño del ambiente en que vive para entregarlo a la familia materna con la que el niño no quiere estar bajo ningún concepto. Dicho de otra manera, aparece una sentencia dispuesta a truncar la felicidad de este niño.

La Guardia Civil se presentó en Sueros a recoger al niño por órdenes superiores, pero el niño dijo que no y que no. Viendo esta situación dramática, han actuado con sensatez y no se  lo han llevado, sino que fue trasladado al hospital para reponerse de una crisis de ansiedad. Los vecinos de Sueros y de otros pueblos de la zona se han personado en el lugar para apoyar a Julio y ha sido impresionante la unión de todos a favor del niño. Es como si fuera un inmenso jurado popular improvisado, pero que en realidad debería ser tenido en consideración por la justicia con la misma validez que cualquier otro tribunal. En este caso la voz del pueblo es la voz de la sensatez y del sentido común. De momento, y esperemos que definitivamente, Julio sigue en Sueros, pero el miedo a que vuelvan a por él está ahí. No podemos dejarlo solo.

Ahora se están recogiendo firmas para que el Tribunal Supremo anule esa demencial sentencia. Desde aquí animamos a todos los lectores a que, vía Internet o en papel, presten su apoyo a un niño que tiene derecho a seguir siendo feliz. Sabemos que Julio lo ha pasado muy mal, pero que al mismo tiempo se siente muy arropado. No le podemos fallar.

Un comentario en “La felicidad de un niño

  1. es que la mayoría de las juezas que yo conozco ,menos justicia , han hecho de todo,y tienen un poder que aunque esté claro que no han hecho justicia , el error sigue su camino.

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