La gallera

Por mimetismo con otras lizas, el escenario dedicado a las peleas de gallos recibe muchos nombres (arena, ruedo, palenque, coliseo…) pero, sin duda, el término más adecuado es “gallera”. La afición es cruel, no solo ya porque normalmente los contendientes terminan destrozados sino porque existen diversas y maquiavélicas modalidades como la colocación de navajas en las patas de los animales incluso envenenadas previamente. Pues bien amigos, esa secta supuestamente bien avenida que parecía ser Podemos ha terminado convertida en una gallera de las de espolón de acero envenenado la cual, siendo harto difícil, supera por goleada al PSOE del último comité federal. Indudable que nada mejor que se degüellen entre sí y nos dejen en paz pero todo esto viene a demostrar lo que harían con los demás si llegaran al poder cuando son capaces de apuñalarse “entre amigos”. No perdamos de vista además que, por carambolas del destino, ese apocalíptico escenario de un gobierno nacionalsocialista (perdón, ¿en qué estaría yo pensando?) digo nacionalpodemita, se me antoja posible y no por méritos propios de los podemitas sino por los deméritos de otros y por la ingenuidad de muchos.

En la lucha fratricida por el control del poder en Podemos hay muchas derivadas que no son nuevas pues reproducen punto por punto todos los tics de lo que ellos mismos denominan “la vieja política”. No existe “la vieja política” en democracia sino buenos y malos políticos; en Podemos ni siquiera hay políticos porque no es un partido político sino una panda de advenedizos radicales que, criticando “la vieja política”, acuden a las ideas de la política más arcaica y de las teorías más caducas. Así lo demuestran las acciones y personajes que se van sucediendo en una contienda sin otro fin distinto que el de afianzar al líder omnipotente en su cúpula de cristal y dejarle las manos libres para dar rienda suelta a sus obsesiones más absurdas. Por circunstancias, hace tiempo, comprobé en propias carnes que la idea central y obsesiva del buen podemita es convertir en horizontal toda aquella asociación o grupo a la que pertenece; esto es, persiguen un régimen asambleario en el que la más mínima decisión ejecutiva tenga que tomarse directamente por todos los miembros huyendo de una pragmática democracia representativa. Todo eso, sin embargo, es teoría pura y dura; no les valen las juntas directivas cuando las gobiernan sus opositores pero son perfectamente válidas cuando son ellos quienes lo hacen; entonces sí y es entonces cuando el régimen se convierte en total y absolutamente vertical. El líder es incontestable y si se le lleva la contraria comienzan las purgas al más rancio estilo estalinista como así pasó con el errejonista JM López, portavoz en Madrid, destituido por Espinar, alias “el pisitos”, para ser sustituido a dedo por Lorena Ruiz Huerta, una extremista especializada en ofender a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Un actor destacado en esta opereta es ese individuo despreciable al que España le ha dado todo y que está empeñado en destruirla para agradecérselo; Echenique es el segundón siniestro al más puro estilo Rasputín, Maquiavelo o conde-duque de Olivares si bien es cierto que no pasa de ser una mala imitación de los mismos y un cara dura inigualable. Protagonista del video más tristemente gracioso de las redes, dado lo que se supo después, en el que sale en un mitin diciendo textualmente que “es una vergüenza que se tenga gente trabajando sin pagarle la seguridad social” reincide ahora en “sus cosas” cuando habla de su toma de partido por uno de los contendientes, usando su puesto de privilegio, y dice “lo que le dije a Íñigo no fue completamente bonito pero luego le mandé un abrazo”. Y por fin está el elenco femenino de uno y otro bando. ¿Os habéis fijado la cantidad de niñas pijas que tiene Podemos? ¿Las habéis oído hablar? Escuchad por favor con atención a la empalagosamente servil Irene Montero; a Bescansa, la pobre niña rica que juega a ser proletaria de cara a la galería; a Rita Maestre, meritoria heroína de activistas anticlericales por enseñar el pecho en una capilla y ahora encargada de convertir Madrid en un caos circulatorio por inexperta y aventurera; a Tania Sánchez, la despechada “ex-todo” que fue investigada por supuesto tráfico de influencias. Si hay algo que me ofende más que un radical es un radical hipócrita como una que tuve el disgusto de conocer y que se jactaba de enfrentarse a los antidisturbios pero vestía de alta costura; es el nuevo despotismo ilustrado, gobierno para el pueblo pero sin el pueblo o comunismo para los demás que yo ya me estoy forrando.

A Pablo Iglesias, cual emperador romano, no le ha temblado la mano a la hora de cortar cabezas que le pudieran hacer sombra. Pero no nos confundamos pensando que Errejón es mejor que el líder supremo porque pretenda encontrar el lugar de Podemos dentro del sistema y no echarse al monte como Pablito; ambos son igual de radicales y lo único que los separa es la ambición personal. Quienes tengáis dudas acudir a la “maldita hemeroteca” y en ella encontraréis material de sobra. Errejón, junto con el también defenestrado Monedero (alias “el chalequitos”, otro piji-progre hipócrita ideólogo del absurdo), protagonizaba los más encendidos y ardorosos discursos a favor de su admirado comandante Chávez, el dictador que, junto a su sucesor, han llevado Venezuela a la más absoluta ruina moral y económica, un pobre país que no sabemos cómo acabará porque Maduro se aferra al poder en un “síndrome del mono loco” que arrastra en su caída todo lo que encuentra a su paso.

Con todo, lo positivo es que el degüello en la gallera está siendo muy público. La vieja máxima de la política más antidemocrática, “la ropa sucia se lava en casa”, no está funcionando a pesar de los videos bucólicos del líder celestial llamando a la unidad y concediendo magnánimo perdón con guitarritas nostálgicas de fondo. No os asombréis pero mi candidato preferido es Pablito, el aprendiz de dictador bolchevique, porque es la garantía más fiable de conseguir que Podemos se vuelva a las trincheras dejando de convertir las instituciones en chirigotas y para que la gente espabile y erradique en las urnas a esta lacra ideológica del populismo que, como el nazismo y muchas otras, nacieron al amparo de las crisis socioeconómicas; igual así también el PSOE vuelve a ocupar su espacio natural y deja de jugar a ser el sucedáneo, la achicoria de Podemos; los experimentos con gaseosa que con España no se juega.