¡Larga vida a Salibrín!

Salibrín es un adolescente, cumple 15 años. Pero Salibrín no hace lo mismo que los adolescentes de su edad, aunque sí atrae a muchos, con ese imán de la imaginación que tiene más potencia que cualquiera de las múltiples aplicaciones con las que enfermizamente juegan a diario nuestros chavales. Salibrín, el salón del libro infantil y juvenil de Ponferrada, nació en el año 2.000 en la mejor cuna: la Biblioteca Municipal. Nació con la mejor fortuna, rodeado de su propia esencia. Libros, libros, y más libros que llenan las estanterías de la Biblioteca pública de Ponferrada, de aventuras, ciencia, naturaleza, investigación, literatura fantástica, clásica, contemporánea… Es un mundo extraordinario, lleno de poder y de fuerza, donde cada uno es dueño de su propio destino, de poner y quitar a su antojo, utilizando la valiosa materia gris que nos distingue de los animales. De interpretar el sentido de un texto como mejor le parezca. De dejar volar el talento y de que esa diversión se convierta en educación, que esa es la mejor excusa del Salón del Libro.

El Salibrín, es una genial idea de las pocas que adornan a las administraciones, que se convierte en referencia cada año, con la llegada del mes de los libros. Chavales de todas las edades pasan por una instalación, para muchos de ellos desconocida, la casa de la cultura, donde conectan por primera vez con ese arte que emplea como medio la expresión de la lengua y que es la lectura. Hoy quiero que este artículo sea una oda a la casa de los conocimientos, a la casa de la cultura, a la biblioteca municipal, donde sobrevuelan las geniales ocurrencias de todos los que se dejan seducir por las letras impresas.  Casi nunca los libros de lectura en los centros escolares, se propician en un ambiente divertido que conecte con los chavales, y ese es el gran problema. Pero en el Salibrín sí. Allí hay cuentacuentos. Allí se explica a los chavales de forma divertida universos variados para que se produzca el milagro: escuchar de la boca de un adolescente: ¡este libro me ha gustado mucho!.

Salibrín cumple 15 años. Edad complicada. Edad de muchos cambios en los niños de esta edad. Cuando balbuceaba Salibrín no tenían,  videojuegos, telefónos móviles, tabletas. Cuando Salibrin dejó el biberón y empezó a comer sólido, fueron entrando los nuevos caprichos tecnológicos que están al alcalce de todos ellos. A Salibrín le salieron los dientes, y aunque cada año seguía cumpliendo su noble cometido, los que crecían con él no volvían a verle. Las visitas eran más entusiastas entre el público infantil.

Ahora Salibrín tiene los mismos años, que muchos niños que prefieren otras diversiones que son muy atractivas, pero que no les dejan pensar con tanta autonomía como lo hacían en compañía de Salibrín. Que no les propician diálogo entre ellos. Difícilmente podremos motivarles si no lo hacemos con el ejemplo. Intentemos que nuestros chavales vuelvan al mundo de los libros, al menos algún día a la semana. Aunque sea en libros digitales, que tendrán que adaptarse a la convivencia con los formatos de siempre, con el papel. La vuelta a ese mundo donde cada uno puede escribir su propia historia, sin emoticonos de por medio, sin faltas de ortografía, sin acceso a contenidos que lo dan todo resuelto. Salibrín es adolescente y nuestros hijos lo son ó lo serán, y a mí me gustaría que todos fueran felices y…. como antes…comieran perdices.