Num: 7623 | Jueves 21 de septiembre de 2023

Un Ayuntamiento barroco para recibir el siglo XVIII

El Consistorio de Ponferrada comenzó a construirse en 1692 y se finalizó por completo 14 años después. Además de 'casa de la villa' cumplió la función de Panera. Los nobles disfrutaban desde sus balcones de los toros y otros espectáculos mientras la ciudad crecía con una actividad basada en la agricultura y la ganadería, y en un incipiente comercio de artesanos organizados en cofradías y hermandades


Violeta R. Oria  1692. Ponferrada es un núcleo semiurbano, una villa de realengo que compite con su tradicional rival, Villafranca del Bierzo. Nacen más hombres que mujeres, o al menos eso es lo que consta en los registros de natalidad y bautismo, tal vez debido al ‘menosprecio’ femenino de la época. Hay un alto índice de matrimonios con forasteros, sobre todo gallegos, también leoneses. La economía de la ciudad está basada en la agricultura, combinada con la ganadería y en un régimen fuertemente controlado por los estamentos dominantes, nobleza y clero, auténticos propietarios de los medios de producción a través de las distintas variedades de contratos que dejaban al campesinado al borde de la mera subsistencia, según explica la historiadora Pilar Sáenz de Tejada en su libro ‘Una villa del barroco, Ponferrada en el siglo XVII’. La autora también expresa que el comercio se abastecía de la producción de artesanos, aunque en muchos casos dependía de Medina de Rioseco (Valladolid), y las ferias, que competían con las de Bembibre, Cacabelos y Villafranca, eran muy frecuentadas por gallegos y meseteños, que completaban el comercio fijo.

En este contexto, comienza la construcción del Ayuntamiento de Ponferrada, en base a un proyecto de Pedro de Aren -según los investigadores Rivera y Rodicio- y con la participación de diferentes contratistas a lo largo de los años -el primero, Domingo Campo-, según el estudioso José María Luengo.

Panera para guardar el grano y ‘casa de la villa’

Para Luengo, la Casa Consistorial ponferradina se define dentro de unas reglas generales barrocas, pero con timbres bercianos específicos e influencias gallegas. El edificio, similar a los de León y Astorga, se construye como ‘casa de la villa’ pero sobre todo con el propósito de servir de panera, es decir, de recoger y contener los granos, prácticamente toda la planta baja se dedicaba a ello, tal y como indica G. Cavero en el número de la Revista Bierzo de 1989. Se levanta en la zona de expansión de la villa, en la Plaza de las Eras, lugar que había sido ya elegido para la edificación del convento de San Agustín y su iglesia. “Desde el Arco de las Eras hasta el Campo de la Cruz la villa se había ido extendiendo con un poblamiento de pequeñas casas de planta baja y piso, con su pequeño huerto en la parte posterior. En el siglo XVI, sobre el citado arco de las Eras se había elevado la Torre del Reloj, símbolo de la actividad económica en el desarrollo; a su lado se construía la Casa de la Cárcel y el convento concepcionista”, explica Cavero.

 

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Blasón de Ayuntamiento de Ponferrada

De esta primera fase, 1692 es la inscripción de la entrada del Ayuntamiento:

“AÑO D (E) 1692 REYNANDO CARLOS 2º  Y SIENDO CORREGIDOR EL L(ICENCIA)DO  D(ON) SANT(IAG)O DE(E) LA ISEQUILLA PALACIO Y DE(E)L HOYO Y DIPVTADOS D(ON) GERONIMO ARES D(E) BAAMONDE ALFEREZ MAIOR DE (E)SA V(ILLA) Y D(ON) ANTO(NIO) GUTIERREZ REGIODORES”

La segunda fase corresponde al cuerpo o piso principal, realizado por los maestros de cantería y vecinos de la villa Juan de Viena y Diego López, por la cantidad de 16.790 reales, en el año 1693. En los tres años siguientes se levantó la primera torre, con un presupuesto de 15.500 reales, cuyos constructores, también ponferradinos, fueron Santiago Gamallo y Lucas González Pinas. Entre 1696 y 1698 se elevó la segunda torre por Domingo García y Juan Centeno. Posteriormente se acondicionó el interior finalizándose la obra a comienzos del siglo XVIII, es decir, el Ayuntamiento se construyó a lo largo de 14 años.

Algunos de los elementos más sobresalientes son los balcones, sobre los que se puede ver el escudo de la villa, con su alusión a Pons Ferrata. Entre las Torres y el hastial hay una pequeña balaustrada. Lo más sobresaliente de esta parte es el gran escudo central. A sus lados, se yerguen columnas apoyadas sobre animales, con fustes estriados, basas y capiteles toscanos. El escudo, según Luengo, es posiblemente del siglo XVIII, siguiendo los cánones del XVII.

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Miguel E. Gil / www.ponferrada.es

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Miguel E. Gil / www.ponferrada.es

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El gobierno municipal

El Gobierno municipal estaba formado por aquel entonces por el Regimiento o Cabildo, con el corregidor (alcalde) y regidores (concejales), que sustituyeron desde  finales de la Edad Media al concejo abierto. El Ayuntamiento nombraba cargos y asignaba funciones para la administración y funcionamiento de los servicios, los que no eran rentables los imponía. Algunos de estos cargos se compraban o heredaban y el del corregidor al final estaba sometido “al juicio de residencia”, aunque en no pocos casos, como señala Sáenz de Tejada en su libro, no debía ser muy objetivo; en ocasiones al corregidor lo nombraba el Rey. En suma, el abuso de poder era frecuente.

Vida cotidiana: toros, comedias y bailes

Sáenz de Tejada explica el funcionamiento de las cofradías o hermandades, que empezaron siendo un precedente de los gremios por su agrupamiento. Cuando fallecían sus cofrades, recibían bienes, foros y otras rentas. Las fiestas religiosas marcaban el ritmo del calendario laboral y se celebraban procesiones y rogativas que había obligación de guardar, bajo multa. “Entre las fiestas paganas sorprende la afición a los toros, la representación de comedias, bailes y otra que podríamos considerar de caracter deportivo”, indica el profesor y geófrafo leonés Joaquín González Vecín en una reseña bibliográfica del libro. “Las fiestas de lucimiento nobiliario se centraban en torno a la visita de grandes personajes, cumpleaños de monarcas, victorias militares etc..”, añade. Para todos estos eventos, los balcones del Ayuntamiento eran la ‘zona vip’ de la época. Y si tenían una función realmente demandada era la de ‘mirador’ de las corridas de toros.

El Ayuntamiento, al anochecer
El Ayuntamiento, al anochecer

 

 

 

 

 

 

 

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