Antolín de Cela, rector de la basílica de la Encina de Ponferrada, cumple medio siglo dedicados a la iglesia como sacerdote. Su primer destino fue la parroquia orensana de O Barco de Valdeorras, que dejó atrás hace 47 años para convertirse en el organista de la Basílica de la Encina, y desde allí, es difícil reunir todas sus hazañas.
De Antolín se puede decir muchas cosas, porque de su cabeza burbujeante de ideas han salido muchos proyectos, inquietudes e enseñanzas durante los últimos 50 años. Además de su labor con la iglesia, siempre ha estado envuelto en trabajos sociales, patrimoniales e incluso empresariales al frente de la Real Fundación Hospital de la Reina. También reconocido en múltiples ocasiones a través del Botillo de Oro, elegido Empresario del Año, Socio de Honor del Instituto de Estudios Bercianos, Premio de Cultura Ciudad de Ponferrada, Premio Nacional Alter Christus en la categoría de Acción Social o el Premio Eloy Valiñas, que otorga la Consejería de Cultura de la Xunta de Galicia por su contribución al fomento de los valores del Camino de Santiago.
Como individuo comprometido durante numerosos años en el fomento y respaldo de diversos proyectos culturales y sociales en El Bierzo, destaca su labor para la recuperación y preservación del patrimonio religioso en lugares emblemáticos como Santiago de Peñalba, San Pedro de Montes, la Basílica de la Encina, la Iglesia de San Andrés o la Iglesia del Carmen.
Su iniciativa fue esencial para la realización de las Edades del Hombre en Ponferrada en 2007. Rector de la basílica de la Encina desde 1983, impulsó el Camino de Santiago a través del primer albergue de la ciudad, aunque al principio los acogía en la propia basílica. Continúa con una vinculación muy fuerte al Camino.
También brinda un valioso respaldo a la investigación histórica mediante la revista Bierzo, y en el equipo directivo de Institutos Bercianos.
Como último dato reseñable, Antolín fue profesor en el Gil y Carrasco durante 36 años. Siempre le ha gustado rodearse de la vitalidad de los jóvenes, pero si algo le gusta destacar, son sus años colaborando con el comedor social y el Hogar del Transeúnte, donde más que dar comida, se encargaba de hablar “de las heridas del corazón”.