Finalizado el Campeonato de España de ciclismo, se puede decir que Ponferrada ha aprobado con solvencia el examen parcial antes de los finales de septiembre, aunque tendrá que aplicarse para aspirar a una nota más alta en el Mundial, especialemente en los aspectos extradeportivos.
En lo estrictamente deportivo, las cosas funcionaron de maravilla durante el fin de semana. No faltaron sorpresas, como la victoria en la crono sub 23 del gallego Óscar González (él mismo fue el primer sorprendido), y la gran estrella invitada, Alejandro Valverde, estuvo a la altura alzándose con un oro y una plata que dan lustre al campeonato berciano. Además, el circuito preparado para la cita mundialista ha resultado ser más duro y exigente de lo que parecía sobre el papel, lo que augura un buen espectáculo en el mes de septiembre. Quizá se echó en falta más gente animando en las carreteras, pero hay que reconocer que la nómina de participantes tampoco era la más llamativa para el gran público, algo que seguro no ocurrirá en el Mundial.
Fuera de lo deportivo, como decíamos, es donde más habrá que trabajar. Concienciar a los ciudadanos de que durante nueve días el uso del coche en Ponferrada será poco menos que una quimera será una labor titánica que quizá se podría paliar con un refuerzo adecuado del transporte público que permita desplazarse cómodamente por el centro de la ciudad. En cualquier caso, los atascos puntuales parecen garantizados, y más si tenemos en cuenta que en septiembre suele llover y en Ponferrada, cuando llueve, todo el mundo coge (cogemos) el coche. El alcalde ya anunciaba ayer medidas pedagógicas e informativas para que nadie se quede encerrado y sepa cuáles son las rutas alternativas. Veremos si surten efecto.
Y por supuesto, no podemos olvidar el tema económico. A falta de menos de tres meses los patrocinadores siguen sin animarse a dar el paso y estampar su firma en el contrato para que el Mundial no resulte gravoso a la ciudad y al ciudadano. Ahí es donde está fallando este Campeonato del Mundo, aunque todavía hay tiempo para que la nota final sea la que todos (o casi todos) esperamos.