Fueron muchos los que pensaron que Pedro Sánchez entró por la puerta de atrás, casi de tapadillo, y que era un Secretario General del PSOE casi provisional, hasta que Susana Díaz dejara de prestarle su apoyo.
Pocos recuerdan que ganó ampliamente a sus rivales (sacó 13 puntos a Eduardo Madina), y muchos menos, recuerdan que Zapatero ganó, en su momento, a Bono por tan sólo siete votos.
Pero, aunque así fuera, ha pasado casi un año y algo debe de estar haciendo bien, porque tiene a la derecha –que está adoptando tics de extrema derecha– y a sus voceros, bastante cabreados. Y así, unos dicen que es un radical, un extremista que ha torcido la voluntad de los españoles, y otros lo señalan como “el infame que ha entregado España a los enemigos de España”.
Y no falta quien lo tacha de “traidor que entrega Baleares a los separatistas, la ciudad de Valencia a un tipo de Tarrasa y Madrid a una comunista feroz, salvaje y liberticida”. Es que se le nota en la mirada. ¡Joder, Pedro!
No gustó nada a esta derecha intolerante la puesta en escena de la presentación de Pedro Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno. Casi podríamos decir que fue tomada por algunos como un insulto o una provocación la proyección de la bandera de España en la inmensa pantalla que servía como fondo del escenario.
Para mi gusto, la bandera era excesivamente grande; pero es sólo mi opinión. Probablemente, el candidato socialista lo hizo con toda la intención, para dejar claro que la bandera de España también es la bandera de los socialistas.
Confieso que no soy de los que se emocionan con himnos, banderas y demás aparataje, pero a tenor del revuelo que se ha preparado, hace unas semanas con la pitada al himno de España en el Nou Camp –el jeta de Villar sigue sin dimitir– y estos días con la bandera, he llegado a la conclusión de que algunos creen que los símbolos del Estado sólo pertenecen a la derecha. Sólo la derecha –cuanto más cavernícola, mejor– está habilitada para lucirlos. Será porque llevan tantos años haciendo un uso partidario de ellos que no toleran que otros se atrevan a reivindicarlos como suyos.
Tampoco gustó la presencia en el escenario de la esposa del candidato, muy al estilo norteamericano.
Pero en este punto, ya no hay acuerdo. Unos, critican su desenvoltura y naturalidad, otros, critican el vestido rojo, a juego con la corbata de su marido, otra provocación.
¡A ver, qué hace esa tía ahí subida, haciendo arrumacos a su marido!
Yo, como soy un tipo raro, confieso que me gustó la presentación.
Me gustó la intervención del Presidente del Principado, explicando las diferencias entre derecha e izquierda.
Me gustó la intervención de Pedro Sánchez, cargada de buenas intenciones.
Y me gustó la presencia de su esposa, Begoña. ¡Que, además, es del mismo Bilbao!
¡Ay, Mariano!
Cargando ...
