Carmela Ruiz Granados tiene algo más de 30 años y hace cuatro, decidió dejar junto a su pareja la vida en Madrid y trasladarse a Riego de Ambrós, abrir un bar y criar a los dos hijos que tiene la pareja. Por si esto no fuera suficiente, decidió implicarse en la vida del pueblo, en la asociación. Tal vez esta vocación de ayuda tenga que ver con su formación en Trabajo Social, labor que ejerció hasta su mudanza en la capital de España.
Llegaron a Riego de Ambrós tras valorar muchas otras opciones, desde La Maragatería hasta la zona de Villafranca el Bierzo. Agus es cocinero y fueron descubriendo distintos puntos de la zona, muchos de ellos del Camino de Santiago, debido al trabajo. El trabajo les llevó al Camino y el espíritu de este les encantó. Ahora bien: al poco de abrir su bar-restaurante en Riego, a finales de 2019, al poco, el Camino se apagó. Una larga pandemia que parece que empieza a poder ser olvidada dejó a esta madrileña y su pareja, cordobés, en serios problemas al poco de haber comenzado con ilusión su proyecto.
Pero Carmela, que sonríe mucho mientras cuenta su historia y que parece no temer a nada, habla de “adaptarse” y de cómo el covid, que les pilló con el restaurante recién abierto y embaraza de su segundo hijo, también les “abrió una ventana”. Se refiere a que tras la cuarentena, “esto estaba desértico, una pena”, porque se paró el Camino; pero al mismo tiempo, pudieron darse a conocer a la gente de Ponferrada, que se acercaba a descubrirlos, o de los que les gusta salir al campo, cuya curiosidad fue satisfecha por su buen hacer. Aquella jalonada desescalada supuso que su negocio pudiera ser conocido por los propios bercianos y “adaptarse es importante”, dice alegre esta emprendedora.
Comida tradicional y posada en el Camino
Mayo y septiembre son los meses fuertes, por los peregrinos, y agosto, por los veraneantes. Carmela sirve comida tradicional, el suyo es un restaurante típico español, con menú del día (cierra el lunes) y menú de fin de semana; y también tapas: “navajas, tigres, croquetas… rabo de toro, que le sale muy rico Agus”, cuenta Carmela abriendo el apetito. También los postres, de los que es ella la responsable, se cuentan en sus recomendaciones y, por supuesto, cuentan con opciones para los vegetarianos. De nuevo, adaptarse.
Organizan eventos, reciben encargos de agencias, que les llevan grupos grandes de peregrinos… la de esta madrileña es ya una posada en el Camino, además de que su buen hacer le trae clientes de Ponferrada y su comarca. Se promociona por las redes, sabe que es el presente, el futuro, aunque lleva tiempo y reconoce que “no le da la vida”. Sus padres y sus suegros están respectivamente en Madrid y Córdoba; la carga de trabajo es “estresante”, aunque lo cuenta relajada; y su día a día “bastante duro”.
Con niños de cuatro y dos años, la crianza en un pueblo tiene sus ventajas y desventajas. El pequeño cuenta con guardería en Molinaseca, “y que dure” dice con ganas Carmela, sabiendo de primeras lo que dicha institución supone para ella y para las madres de los pueblos, o sea: para la vida misma en el mundo rural. Tiene jornada intensiva y si le deja el almuerzo, come allí; por lo que a las tres de la tarde lo recoge pudiendo dedicar así su mañana a los quehaceres del bar, la cocina y la administración del restaurante.
La niña, de cuatro años, disfruta del servicio que la Junta da a los pueblos, cubriendo los costes del taxi que la lleva a la escuela (y la trae), donde además tienen servicio de comedor. Cuenta que comparte el vehículo con otros dos niños del Acebo y uno de Onamio, todos de familias dedicadas a la hostelería. El transporte y el comedor al colegio es gratuito, lo que “arregla mucho la vida”.
En los pueblos se “vive bien, me gusta”, dice Carmela. No echa de menos estar a hora y media de un trabajo en Madrid o al colegio. No pilla atascos. Ahora bien: “te tiene que gustar esto”.
Ella está encantada con criar a los niños en el campo aunque eso sí, “igual en invierno no ves a nadie en todo el día”. Eso se soluciona sin problema, adaptándose, porque “tienes Ponferrada ahí al lado”. Al margen de sus hijos, solo hay un adolescente en el pueblo. Había dos niños de una familia que “han hecho la inversa” que ella y se han ido a Madrid; un cambio radicalmente diferente al suyo, que entiende que es más habitual, por los rigores del mercado de trabajo.
Carmela se ha ido de 20.000 a 20 habitantes, que es aproximadamente la cifra de personas que viven en Riego de Ambrós todo el año. Otros vienen y van, por lo que acaba habiendo otros niños para que sus hijos socialicen, aunque estos no terminan de asentarse. Lo palías, cuenta, yendo a Ponferrada a un parque con amigos, o sea: adaptándote. Y además, explica, como se llevan solo dos años se hacen mutua compañía, lo que es diferente, recuerda, a cuando su hija estaba sola. Además están los ratos de colegio y de guardería aunque, señala entre risas, sus hijos “a veces te hablan como la gente mayor, que es con quien se juntan”.
La familia y mucho trabajar y “mucho esfuerzo” hacen de la vida de esta emprendedora un reto que empieza de nuevo cada día. Ahora bien, mientras posa la vista en estos valles, otrora refugio de eremitas, recuerda que “trabajar con estas vistas” no tiene nada que ver a estar en un polígono industrial o en Madrid, “donde solo ves pisos”. Se dice muy vergonzosa y dice que le gusta pasar inadvertida pero entiende la curiosidad que despierta un perfil de mujer emprendedora como el suyo.
Impulsando la asociación para mejorar el pueblo
Como a Carmela el bar, la cocina, la administración del restaurante y el cuidado de los hijos en un pueblo lejos de casi todos los servicios no le parecía adaptación suficiente, decidió unirse a la asociación del pueblo y este año, por ejemplo, organizaron las fiestas. La asociación es nueva porque, explica, existía una que “estaba abandonada y se decidió recuperarla” pero por la forma en que había sido dada de alta, a nivel nacional, era un lío administrativo. Por ello,
“Tras muchos traspiés”, creo una nueva con Marisa, una de las vecinas que, como ella, son las que más están en el pueblo.
Organizaron las fiestas, que “salieron bastante bien”. Tuvieron mucha gente. Les costó arrancar y que la gente se animara a las iniciativas pero tiene en mente recuperar tradiciones, hacer talleres para niños, muchas ideas por poner en marcha.
Escucha con atención cuando le cuentan todas las cosas que hacían antiguamente y que se dejaron de hacer en Riego de Ambrós, como por ejemplo el magosto, que espera poder mover a través de la asociación. Y también quiere que darle vida a la organización sirva para solucionar los problemas que genera el abandono endémico de los pueblos, tanto revindicando como resolviéndolo entre ellos pues “cuando algo no te gusta, lo cambias tú”.
Hay una cosa que Carmela tiene muy clara cuando se lo preguntan: ¿tienes tiempo para todo?: “No”. Y cómo concilia, los niños, el bar, la asociación… “No lo sé, ya se me está yendo” dice entre risas. Dice que es “una persona y tiene sus límites” pero parece que todavía están lejos, aunque el trabajo de hostelería tiene en cuenta que es muy duro. Y ser madre. “Es complicado”. Teme tener que dejar de dedicar todo el tiempo que dedica a la asociación pero no parece que eso esté detrás de la ilusión con la que habla de los proyectos que maneja.
Cuando una emprendedora, en esta caso Carmela, con su pareja, se pone en marcha, ya se sabe lo que sucede: llega la riqueza del trabajo y este agosto, ya se vieron en la necesidad y la posibilidad de coger a una persona para trabajar en su bar. Dice no estar “viviendo sino sobreviviendo” aunque ve que a medida que su hija, la mayor, se hace algo más independiente, se convence de que a medida de que sus hijos crezcan tendrá algo más de tiempo. A qué lo dedicará, está por ver: a seguir empujando el pueblo a través de la asociación, a su bar, a disfrutar también de las maravillosas vistas del valle, o seguramente a todo a la vez. Con su torrente de energía y simpatía que parecen inagotables, Carmela es un ejemplo en Riego de Ambroz de la capacidad de las personas para adaptarse, impulsar proyectos y mejorar así la vida en los pueblos.
Premios Mujer Bierzo 2022
El Ayuntamiento de Molinaseca, presidido por Alfonso Arias Balboa, ha propuesto a esta berciana como nominada a los Premios Mujer Bierzo 2022 que organiza El Bierzo Digital. Estos premios buscan reconocer y galardonar la encomiable labor de todas las mujeres y, especialmente, a las de nuestra comarca.
Puede conocer al resto de nominadas de este año en la sección de reportajes de las candidatas a los Premios Mujer Bierzo 2022 de El Bierzo Digital. También puede volver a leer las historias de las candidatas de año pasado, como por ejemplo la de Delia Heredia, también del municipio de Molinaseca.
Molinaseca premio mujer bierzo 4.0 2022 Riesgo de Ambros
la mejor forma de hacer el camino De Santiago para hacerme un alto en el camino y comer en el restaurante de Carmela