Se están gestando para hacernos la vida más cómoda y cada vez están más cerca. HORROOORRRR!!!!... se llaman Casas Inteligentes y convertirán a nuestros hogares en un monstruoso Gran Hermano de andar por casa -nunca mejor dicho-. Al escuchar estos días por la radio, las novedades al respecto y todas las ventajas de esas casas inteligentes, noté como dice la RAE, una sensación intensa causada por algo terrible y espantoso, como eso. Casas pensantes, que van más allá de la domótica y que pueden incluso detectar si has dormido en tú cama esa noche, si lo has hecho acompañado (por el/la/los de siempre), si has comido más de la cuenta, o si has descomido, (cagao que dice el castizo). Una vivienda laboratorio, llena de sensores colocados por el suelo, el techo, las habitaciones, los baños, los espejos, las ventanas, los asientos, las camas, la cocina, los aparatos electrónicos
Neveras que permiten al usuario no sólo comprar los alimentos que necesita por Internet, sino también entablar videoconferencias con amigos y familiares. ¡Vamos! que mientras hablas con tu amiga Susana, vas comprando de paso los bastoncillos de los oídos, el gel, el desodorante, los ajos, las compresas ¡qué romántico! y mientras tanto la susodicha nevera inteligente, te va cantando, la temperatura de su interior, y te da consejos sobre comida, recetas, fechas de caducidad y otra información para estar bien nutridos.
Minúscula tecnología, capaz de distinguir a los diferentes habitantes de la casa por sus movimientos, los objetos que toca cada uno, qué aparatos utiliza y cómo. Cuándo y con quién habla e incluso un chequeo médico. Detectar alteraciones en el comportamiento de las personas, vigilando las constantes vitales, avisando al médico en caso de crisis. Cosas del tercer milenio y las nuevas formas de comunicación. Que no. No quiero. ¡Dejen en paz a las familias!, que diría el corrupto.
¡Con lo bien que estaba yo con mi minidisc ó mi grabadora digital, que ya es la pera ahora proponen que la casa donde vivo, me absorba hasta los sesos y me diga con quién tengo que dormir, si me duele la cabeza, si enciendo la radio ó las nefastas consecuencias para la salud que tiene, comerse un bote de nocilla a cucharadas, como todos hemos hecho, ó con el dedo, que está aún más rica!.Inútiles en eso nos convertiremos. I-NU-TI-LES.
Las relaciones sociales ¿para qué? ¡si tengo un pedazo de casa inteligente que me dice hasta quien va a ganar la liga!.
Sumando la lista de los contras, porque para mí pros tiene pocos, en cosas como estas soy mujer de extremos sigo imaginando probables: ¡Mira que si instalan microchips en todos los ayuntamientos, y administraciones y en las orejas de todos los servidores de lo público eso sí sería un buen control. Control de lo público. ¡Anda, pensándolo un poco, van a tener una aplicación acertada!.Ayuntamientos inteligentes, más que la corporación municipal, ¡¡que hay cada una!!. Si el acalde está enfermo avisaría el microchip orejil al teniente de alcalde y así sucesivamente el problema es si todos se ponen enfermos o comen mucha nocilla, ¿entonces quien presidiría las sesiones plenarias?. Claro, no había caído. Mercedes Milá. Que me pellizquen, ya. ¿TERCER MILENIO? Y EN EL CUARTO pasados todos del tarro. Yo me quedo con piso todavía hipotecado, como el de la mayoría, que de momento lo único que me recuerda, es eso: que aún no es mío.
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