La Audiencia Provincial de León ha condenado a tres miembros del clan familiar conocido como ‘los Larralde’ y una cuarta persona a un total de 26 años de cárcel por un delito de tráfico de drogas en Camponaraya. El tribunal ha condenado a P.L.F. a 8 años y medio de prisión y una multa de 2.568.769 euros, a P. L. U. y M. C. L. S. a siete años de prisión cada uno y la misma multa económica que P. L. F. El cuarto miembro de la operación de tráfico de droga, D. J. S., ha sido condenado únicamente como cómplice criminalmente responsable de un delito contra la salud pública, a cuatro años de prisión y una multa algo menor que la de sus ‘compinches’, 400.000 euros. Además, los cuatro deberá abonar las costas del proceso judicial a partes iguales.
Hechos condenados
P. L. F. ya había sido condenado en 2007 por otro delito de tráfico de drogas que lo llevaron a cumplir 6 años de condena en prisión, quedando en libertad en 2011. P. L. U. fue condenado por el mismo delito que P. L. F. aunque él sólo pasó en prisión 4 años. M. C. L. S. es la única condenada del clan que en el momento de los hechos no tenía antecedentes penales, hecho que no le impidió ponerse de acuerdo con sus dos familiares y un cuarto condenado, D. J. S., para cometer un delito de transporte de droga, para su posterior venta y distribución a terceras personas. El papel que trató de llevar a cabo en la operación D. J. S. era la de tenedor de la droga transportada y asumir, en caso de ser interceptados, la responsabilidad por dicha droga a causa de su grave drogadicción.
Los hechos se remontan al 25 de septiembre de 2015. Los cuatro condenados viajaron a la localidad pontevedresa de San Miguel de Deiro, en Vilanova de Arousa, para adquirir la cocaína que posteriormente transportarían a Camponaraya, lugar de residencia del primero de los condenados, P. L. F. Sobre las 13:25 horas de ese día, agentes de la Policía Nacional detectaron que P. L. U., hijo de P. L. F., actuaba ‘nervioso’ y ‘vigilante’, levantando sospechas. A los pocos minutos, aparcaba junto al vehículo de padre e hijo un segundo vehículo en el que viajaban los otros dos condenados, que esperaban instrucciones sobre cómo llevar a cabo el transporte de la droga hasta el Bierzo. Fue entonces cuando los policías pusieron en marcha un dispositivo de seguimiento a los dos vehículos iniciando una persecución que no terminó hasta la A-6 a la altura de Camponaraya.
En el momento en que los condenados tomaron la salida de la autovía en dirección a la localidad berciana, los agentes procedieron a su alto e identificación. Fue entonces cuando localizaron una bolsa de piel marrón con ocho envoltorios de una sustancia blanca que correspondían a 5.544,25 gramos de cocaína pura, que de ser colocada en el mercado ilícito vendida por gramos, alcanzaría un total de 784.384,73 euros. Además de la droga, a los cuatro condenados les fueron incautados los tres vehículos utilizados en la operación, varios teléfonos móviles y dos ordenadores portátiles, entre otros objetos.
Posteriormente a las detenciones, se practicó un registro al domicilio de P.L.F.
El Clan leonés y su modus operandi
Este clan –muy conocido por la policía gallega, pero sobre todo de León donde han cometido casi todos sus delitos– son originarios de la provincia leonesa, si bien la policía no ha querido desvelar la localidad concreta. También se sabe que la familia tiene varias ramas que actúan en distintas provincias españolas y que los de la rama leonesa no son solo conocidos por el tráfico de estupefacientes y armas, sino también por estafar a los propios delincuentes.
El modus operandi de sus operaciones eran acciones muy rápidas. En cuestión de minutos se pasaban los fardos de manos y en muchas ocasiones, el material que entregaban ‘Los Larralde’ era fardos falsos que a primera vista, con las capas de plástico que envuelven comunmente estos paquetes, no se podía saber que dentro no había droga. Si en algún momento los compradores se percataban de la artimaña, ‘Los Larrade’ no tenían nada más que hacer que sacar la placa de Guardia Civil falsa para simular que era un simulacro policial y los narcotraficantes, y ellos mismos, salían corriendo.
Este no era el único ‘cambiazo’ que realizaban. Como ya había llegado a conocimiento de la policía por sus propias fuentes, estos actos nunca se denuncian por su naturaleza delictiva, ‘ Los Larralde’ pagaban con dinero falso. El primer y último billete del fajo son auténticos y el resto es papel del mismo color y tamaño que el dinero real. Dado que los intercambios, se producirían según señaló la comisaria velozmente, examinar exhaustivamente el dinero y poder verificar su valía, es una dificultad en esas entrega ‘express’.