Decisiones

Esta vida está “definida” por nuestras decisiones, por nuestro libre albedrío. No se puede estar en misa y repicando, aunque hay veces que me cuesta porque quiero y lo quiero todo. Cuando veo a mis amigos con sus hijos: “elige, el pastel de chocolate o el de nata, ir al cine o al parque, los patines o el último juego de la maquinita….” Ya está el lío montado, como elegir si nos gustan las dos opciones, a mi me pasaba de pequeña y me sigue pasando. Desde luego me parece una “crueldad innecesaria” que te lo recalquen cuando ¡te apetecen las dos opciones!

De mayor todo sigue igual, la vida y sus circunstancias te va dando elecciones, por eso es necesario establecer prioridades. Y en momentos, como este fin de semana, yo echo en menos el don de la ubicuidad, poder estar en dos sitios a la vez.

Veamos, mis opciones para este domingo, 27 de mayo, era la marcha de ASPRONA, con la que disfruto un montón y me tiran mucho los afectos. Al margen de la ayuda material, que siempre viene bien a la asociación, está el rato de paseo, jolgorio, charlas, vivencias en el camino, camaradería con los chicos y sus familias, el descubrimiento de lo mucho, muchísimo que te pueden aportar individualmente y a toda la sociedad, descubrirlos en definitiva como personas, y personas muy válidas. Y luego la guinda, el compartir la mesa, bueno el campo o parque donde termine la marcha, con una paella hecha por la propia Asociación “in situ” que ríete tú de las paellas que puedan hacer en restaurantes de renombre. La más rica que yo he comido, claro que influye la compañía y el espíritu de convivencia.

Pero, hablando de espíritu, también este domingo la Iglesia, y por tanto todos los creyentes desde el más chico al más viejecito, no sólo curas y monjas, celebrábamos la venida del Espíritu Santo, Pentecostés. Mis amigos y hermanos en la fe, teníamos el domingo una convivencia “especial” para celebrarlo. Imposible estar en los dos lugares a la vez, elección que no me resultó fácil, humanamente me apetecían ambas opciones. Evidentemente en una no pude estar. Seguro que la Marcha de Asprona fue un éxito sin mi presencia, de hecho lo fue, siempre es bueno que el resto de la sociedad tome conciencia de esta realidad. Tal vez no hubiese resistido físicamente, ya que todavía no estoy al cien por cien, de hecho vine bastante cansada para casa de la convivencia de Pentecostés a la que sí fui. Eso sí, muy feliz, porque yo necesito la fuerza del Espíritu Santo para poder con el resto de mi día a día, necesitaba llenar mi alcuza, y no puedo desligar mi ser cristiana con el resto de mis actos, aunque a veces estos se contradigan con mi fe. Sigo intentándolo.

De todos modos el domingo dio para mucho, hasta para tener una conversación con el sin sentido de una sentencia que obliga a un médico a pagar la manutención de un niño, hasta que cumpla los 25 años, porque ¡¡¡¡tuvo un error en el aborto!!!! Es decir, tuve que leer la noticia varias veces hasta que la procesé del todo, la madre de ese niño fue a abortarlo, se fue para casa creyendo que había abortado, y luego resultó que no, que el niño, embrión pero de niño al fin, seguía su curso y estaba fuera de plazo para permitir un nuevo intento de aborto. El niño ha nacido y claro come, necesita ropa, una serie de gastos, la “madre” lo quiere, pero tendrá que mantenerlo el médico que tuvo “ el garrafal fallo”. De locos.

Yo ahora tengo la duda, de cómo explicará esa mujer a su hijo, que un día tomó la decisión de abortarlo, como no pudo ser a la primera lo quiso intentar una segunda, pero que como no fue posible legalmente, ahora es el médico que tuvo el “error” el que lo mantiene.

Me chirría todo y me lleva a recordar una conversación que mantuve con un conocido mío favorable al aborto si “la criatura” (expresión suya), venía con alguna malformación física o psíquica, su argumento es que nunca “sería feliz”. ¿Qué entendería por ser feliz? Porque yo y supongo que todos pasamos por momentos de felicidad y de menos felicidad o de angustia total, y eso no nos hace merecedores de la muerte. Por otra parte los chicos deficientes psíquicos que conozco rebosan felicidad hasta el punto que te la transmiten a ti.

Pero hay que elegir, ser médico abortista o no, ser mujer favorable al aborto o no, me niego a llamarles madres. Elegir, lástima que los bebés no nacidos no puedan elegir y la mayoría no tenga la suerte de éste. La paradoja es que VIVE gracias a un error médico.