Diputación invierte 105.000 euros para abrir el castro prerromano de la Peña del Hombre

Las obras de consolidación y rehabilitación permiten conocer la vida cotidiana de los pobladores hace 2.000 años
Peña del Hombre

El castro de la Peña del Hombre, uno de los emplazamientos defensivos de origen prerromano más importantes del Bierzo, ubicado en la localidad de Paradela de Muces, se abrirá próximamente a las visitas tras las obras de consolidación y rehabilitación llevadas a cabo desde la primavera del año pasado en el entorno. Los turistas y visitantes podrán conocer cómo era la vida cotidiana de los pobladores de este enclave hace 2.000 años y disfrutar de la impresionante vista panorámica de la hoya berciana desde una de las estribaciones de los Montes Aquilianos, situada a más de 1.400 metros de altitud.

Al respecto, los trabajos contaron con una inversión global de más de 116.000 euros, de los cuales su mayor parte, casi 105.000 euros, los aportó la Diputación de León a través del Instituto Leonés de Cultura (ILC). Fundamentalmente, las obras consistieron en la excavación de nuevas zonas para completar los espacios arquitectónicos, el saneamiento y aplomado de los muros, la limpieza de los suelos, el cierre de hogares con arenas para su protección y la creación de un pequeño mirador metálico para visualizar el conjunto y dar acceso al vial de circulación interior.

Asimismo, la intervención se completó con la creación de un camino de acceso y con la instalación de señales direccionales y explicativas. En ese sentido, el objetivo principal del proyecto, elaborado por los arquitectos Darío Álvarez y Miguel Ángel de la Iglesia, era convertir el castro en un espacio “accesible y visitable”. Tras la finalización de los trabajos, el presidente de la Diputación, Eduardo Morán, visitó el castro acompañado del alcalde de Priaranza del Bierzo, José Reguera, y del presidente de la junta vecinal de Paradela de Muces, Antonio Méndez.

Campañas arqueológicas

Antes de la actual intervención, el castro fue objeto de cuatro campañas arqueológicas en las que participaron arqueólogos leoneses y portugueses pertenecientes a distintas instituciones, dirigidos por Jesús Celis, Jimena Martínez, Miguel Lage y Antonio Trigo. En ellas se aplicaron nuevas tecnologías como la fotogrametría, la modelización en 3D y la realidad virtual, que permitieron obtener hallazgos destacados como recipientes de cerámica de pequeño y mediano tamaño, con ollas de grandes panzas de tipología inscrita en la Segunda Edad del Hierro.

En esas campañas también aparecieron objetos de adorno como fíbulas prerromanas, cuentas de collares y aros, así como otras piezas de hierro entre las que destacan cuchillos, una punta de lanza, un gancho para sujetar recipientes sobre el fuego, una punta de arado y distintos remaches y grapas. Igualmente, los arqueólogos hallaron algún ejemplar de cerámica celtibérica que seguramente procede de la zona meseteña leonesa.

Datado entre los siglos III y II a.C., el castro de la Peña del Hombre presenta un recinto amurallado semicircular que parte de un crestón rocoso. La muralla, de mampostería en seco, tiene cerca de 200 metros de longitud, tres metros de anchura media y un alzado medio al exterior que también ronda los tres metros y se encuentra flanqueada en el este por un foso excavado en la roca madre. En la zona sureste, está documentado un gran derrumbe circular de más de 20 metros de diámetro que preside el castro en su espacio más alto y que se identifica como una hipotética torre o atalaya defensiva.

En su interior, el yacimiento cuenta con más de 20 construcciones con suelos de arcilla y un patio de entrada que se abre al vial principal. Ese patio da acceso a las estancias utilizadas como cocinas y a otras dependencias que se debieron emplear como talleres o almacenes, a juicio de los arqueólogos. Las cocinas suelen contener un hogar compuesto por un muro cortavientos y una planchada de arcilla endurecida donde se haría el fuego. Junto a él se colocaba una hornilla en forma de hueco practicado en el suelo y rodeado de placas de esquisto, en la que se han encontrado cenizas y restos de hueso. El interior de estas cocinas también suele incluir espacios para contener el grano.