“Es de noche y reina el silencio en el Hospital. A nuestro lado, está durmiendo ese familiar o amigo enfermo. Es entonces cuando nos vienen a la cabeza multitud de pensamientos…” El sermón del Encuentro que hoy pronunció el reverendo Manuel García Gutiérrez, vicario diocesano de pastoral de salud y capellán del Hospital del Bierzo, ha estado dedicado a todos esos enfermos que durante estos días yacen en sus camas esperando una mejoría que en muchos casos llegará, pero en otros no. Así, el reverendo, apoyándose en el acto del Encuentro entre Jesús cargando la Cruz, camino del cadalso, y María, ha querido reconfortar a todos esos enfermos y a sus familiares, animándoles a tener esperanza tras los peores desenlaces, a creer en esa resurrección que, según las escrituras, Jesús protagonizó para consuelo de su madre.
Y es que más allá de la carrera de San Juanín, del encuentro entre pasos, de las túnicas, la música y los símbolos, el rito del Encuentro entre Jesús y María, guiada por San Juan, por ese San Juanín representado en la iconografía popular con una pequeña talla, es la representación del dolor universal ante el también dolor de un ser querido.
El Encuentro es la procesión fundacional de la Hermandad de Jesús Nazareno, nacida a mediados del siglo XX, siendo tradicional la entrada de los cofrades en la Basílica de La Encina, antes de la procesión, para hacer la genuflexión ante el monumento. En este año de la Misericordia la procesión tomó carácter de breve peregrinación penitencial para entrar por la puerta del Perdón como signo peculiar en el Año Santo.
Previamente, desde primera hora del día, corredores de timbales y clarines de la Hermandad han convocado a los ponferradinos a la procesión, que comenzó a las 9,00 con la salida de los pasos de la iglesia de San Andrés, en una mañana gris que se tornó en soleada poco antes de la hora de comer.
Me gustaría dar las gracias al capellán del Hospital del Bierzo, Manuel García Gutiérrez, por el recuerdo hacia los enfermos. Muy acertado y emotivo en el vínculo que estableció entre el sufrimiento de María ante la muerte de su hijo y el dolor que todos hemos vivido en alguna ocasión ante el fallecimiento de un ser querido. Gracias también por dejarnos una visión humana tan cercana y tan diferente a las reflexiones, a veces tediosas, a las que estamos acostumbrados.
Enhorabuena d. Manuel por el sermón ofrecido. Un sermón que esta vez nos mantuvo a todos en silencio. Porque sus palabras, don Manuel, nos llegaron al corazón. El mensaje, sencillo, terrenal, tan distinto a ciertos sermones ceremoniosos que nada conmueven.