Violeta R. Oria. El Ayuntamiento de Ponferrada, a través de la Fundación Álvarez Osorio, adquirió la semana pasada la parcela de Toral de Merayo – hasta ahora de propiedad de un particular- en la que se encuentran los restos de la ermita de San Salvador, de estilo mozárabe. El concejal de Cultura, Santiago Macías, explica que la intención municipal es que la parcela pase a tener titularidad pública al objeto de asegurar su futura puesta en valor como un atractivo más del rico patrimonio histórico y cultural del municipio.
La parcela está pendiente de una cuarta excavación arqueológica, con la que se pretende definir todavía mas la planta del templo, por parte del equipo del arqueólogo Rodrigo Garnelo, director de las primeras tres fases, sufragadas por la Dirección de Patrimonio de la Junta de Castilla y León. La ermita guarda similitud con la iglesia de Santiago de Peñalba, y en la tercera fase destacó, dentro del interior de su perímetro, el hallazgo de 20 enterramientos bajo medievales, de los siglos XIV y XV.
Una vez que la cuarta fase, pendiente de aprobar y presupuestar por Patrimonio, se lleve a término, los restos se consolidarán para su puesta en valor. El equipo de Garnelo está actualmente redactando este proyecto de consolidación, que la Junta también se ha comprometido a sufragar y del que se puede adelantar que dará prioridad al mantenimiento de las ruinas e incluirá la instalación de paneles informativos sobre la historia del edificio.
Los restos de la iglesia de San Salvador siempre fueron visibles, si bien fue Rodrigo Garnelo, nativo de Toral de Merayo, quien, motivado por la forma de herradura del ábside, defendió y promovió las excavaciones que vinieron a darle la razón en su teoría sobre el origen mozárabe del templo. No obstante, este no fue el único descubrimiento pues, como destaca el arqueólogo, el templo tiene un antes y un después igualmente interesantes. La iglesia del siglo X, ampliada en época románica, entre los siglos XII y XIII, se asienta sobre unos restos tardorromanos del siglo IV.
De hecho, la tercera fase de la excavación sacó a la luz materiales constructivos de esta época como tégulas (tejas romanas) o signinum, un mortero de cal, arena y cantos compactados usado por los romanos para hacer suelos.