Todavía no se conocen todos los integrantes de las distintas delegaciones que tomarán parte en los Juegos Olímpicos de Tokio, que se celebrarán el próximo verano. Pero el debate sobre quién debe portar la bandera de cada país en el desfile inaugural ya está en marcha. Este honor, en el caso de España, ha recaído en deportistas de incontestable renombre como Rafael Nadal (Río 2016), Pau Gasol (Londres 2012), el patinador Javier Fernández (Sochi, 2014) o el mismísimo Felipe VI en Barcelona en 1992. La última que una mujer fue abanderada española en unos Juegos Olímpicos de verano fue en Atenas 2004. Se trató de la judoka Isabel Fernández, una deportista que ha conseguido algo de lo que pueden presumir muy pocos: la “triple corona”, es decir, oro olímpico, oro europeo y oro en campeonato mundial en la misma prueba.
En dicha categoría de astros del deporte se encontraría también la berciana Lydia Valentín, quien además de tres medallas olímpicas (una de ellas de oro, en Londres) cuenta en su palmarés con dos campeonatos mundiales y cuatro oros a nivel europeo. De ahí que no sea de extrañar que su nombre apareciese en las quinielas para ser abanderada en Tokio en lid con Saúl Craviotto y Mireia Belmonte.
Aunque el palmarés del piragüista ilerdense (tiene 2 oros olímpicos) parece convertirle en la perfecta imagen que el deporte español querría dar de sí, la reciente propuesta del COI de doble abanderado, siendo necesariamente uno hombre y otro mujer, aumenta las opciones de tanto Belmonte como Lydia Valentín.
La halterófila berciana no solo presenta méritos deportivos suficientes para ello sino que, durante los últimos años, ha disparado su popularidad entre los españoles por su simpatía coqueta, la cual ha paseado por algunos de los programas televisivos de entretenimiento de máxima audiencia. En uno de ellos, no dudó en exhibir el amor por su tierra revelando en el prime time de El Hormiguero a Pablo Motos que el secreto de su fuerza era… el botillo del Bierzo.
