Alquilar o comprar una casa será siempre una necesidad, sean cuales sean las circunstancias. Y llegada la fase 1, las inmobiliarias volvieron a la actividad. Con protocolos de seguridad tanto en las oficinas como relativos a la visita a los inmuebles, tal y como nos cuentan desde BELS inmobiliaria.
Este negocio reabrió el día 25, una semana después de que le estuviera permitido. Antes, habían recibido alguna consulta telefónicamente o mediante correo electrónico, que es lo único que pudieron atender desde se vieron obligados a tener que cerrar. “Nuestro negocio, básicamente, es presencial”, comenta Luis García. Simplemente pudieron ocuparse de esa parte del trabajo no presencial, contactando tanto con clientes como con servicios web con los que coordinan su servicio (algunos muy conocidos, como Tucasa o Idealista).
En ese tiempo, su página web fue su gran escaparate y algunas de las viviendas que ofrecen recabaron el interés de vecinos de la comarca con los que se les prometió llamar al llegar el deseado “cuando retomáramos”.
Para este negocio, basado en el contacto, llegar a fase 1 supuso que ya se puede hacer una visita a los inmuebles. Eso sí: con unos protocolos bien marcados por el Colegio profesional de agentes de la propiedad inmobiliaria. Estos empiezan en las mismas mesas, donde los clientes encuentran gel en cada una. Para acceder a la oficina es preceptivo el uso de mascarillas y la desinfección de las manos con esas soluciones hidroalcóholicas.
La visita a las casas se concreta y se informa de que se deben llevar guantes y mascarilla. “Tenemos que respetar esa distancia de 2 metros en todo momento”, desde que los clientes llegan en su coche y se bajan, se ponen los EPIs. También se comunica que han de llevar su propio bolígrafo para firmar la ficha de la visita. “Yo llevo siempre un boli nuevo y EPIs por si acaso se les olvida”, añade con sentido de la responsabilidad Luis.
El acceso a la vivienda tiene su primer protocolo en el uso del ascensor. Primero sube el agente, ya que no se puede utilizar por más de una persona a la vez si no se convive. El o los clientes suben después. En ese tiempo de espera aprovechan para ir descifrando el portal de la que puede llegar a ser su nueva morada, pues el tiempo en las zonas comunes del edificio ha de ser meramente el de tránsito.
Si la vivienda está habitada, el agente habrá hablado de los protocolos con los propietarios, que si en ese momento van a estar en la casa, han de mantenerse alejados en todo momento del proceso. Antes de entrar, se desinfecta el calzado en una alfombra con gel o una solución de lejía.
El paso por las habitaciones se convierte en una visita guiada pues los interesados no pueden tocar nada. El agente abre las puertas o las ventanas, siempre con gel hidroalcohólico cerca. Al irse el cliente, se desinfectará convenientemente todo lo que se ha tocado.
En BELS ya han hecho posible los primeros pasos del sueño de varias personas que están buscando un nuevo hogar, aunque entienden que la demanda pueda verse afectada. Es normal lo que algunos “nos dicen de que lo van a aplazar porque quieren ver cómo va a ir su situación personal, qué va a ocurrir con su trabajo”. “Hay que reinventarse”, nos dicen con dinamismo desde BELS. En esta inmobiliaria ponferradina, destacan el civismo que están percibiendo entre quienes ya se están interesando por lo que ofrecen. “La gente es muy respetuosa con las medidas, entienden el protocolo”, recalcan.
El viaje de Luis con sus clientes termina siempre ante las puertas cerrándose de un ascensor, ya sea en la planta o tras visitar la cochera. “Antes te quedabas hablando un poco al final con los clientes”, cuentan. Ahora esa otra fase del trabajo es solo telemática, como parte de ese reinventarse, para poder profundizar en el conocimiento de qué es lo mejor para quienes recurren a los servicios de inmobiliaria BELS y seguir acertando o incluso proponerles algo mejor.