Una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico de León que realizaba vigilancias dinámicas de velocidad (radar móvil) detectó en la autovía A-231 (León-Burgos) a la altura de Sahagún un vehículo sospechoso de llevar un detector o inhibidor de radares después de comprobar cómo el conductor reducía drásticamente su velocidad al acercarse al coche patrulla, adelantándolo “de una manera poco habitual”.
Tras parar al vehículo e identificar al conductor, en una primera inspección se observó un testigo led de color rojo a la altura de la vista del conductor que parpadeaba al detectar la presencia del radar, por lo que trasladaron el vehículo a un taller autorizado para proceder al desmontaje del aparato. El sistema se encontraba oculto en el parachoques delantero y bajo el salpicadero, y se procedió a su inutilización, corriendo el propietario del vehículo con los gastos del taller. El conductor manifestó que el montaje e instalación se había llevado a cabo en un taller de Barcelona.
Sanciones por detectores e inhibidores de radares
Desde la Dirección General de Tráfico (DGT) recuerdan que llevar un detector de radares instalado en el coche está considerado una infracción grave y supone una multa de 200 euros y la retirada de tres puntos del permiso de conducir.
Por su parte, los inhibidores de radares se consideran una infracción más grave e implican una sanción económica de hasta 6.000 euros y la retirada de seis puntos del carné de conducir, así como una sanción de 30.000 euros al taller encargado de su montaje.