Gusen, el infierno de los bercianos deportados por los nazis

Las condiciones de vida en el subcampo de Mauthausen eran mucho peores, el trato todavía más cruel y el trabajo más inhumano. Los débiles e enfermos eran enviados inmediatamente a las cámaras de gas
Entrada al Campo de Gusen

Gusen (con dos ampliaciones) fue el mayor de los subcampos dependientes de Mauthausen -en Austria, entonces ocupada por Alemania- y llegó a albergar más prisioneros que el campo central. “Su importancia es crucial para nuestro país, ya que fue entre sus alambradas donde murió la gran mayoría de los deportados españoles: 3.959 del total de fallecidos en todos los campos, que ascendió a 5.519 (incluyendo los desaparecidos)”, señala el blog Deportados.es.

Es el caso de los deportados bercianos, de los nueve que están contabilizados seis  fallecieron allí y uno en Mauthausen (Gusen era considerado su ‘matadero’). Uno más lo hizo en Buchenwald y de otro no se tiene constancia.

En Gusen los presos eran obligados a trabajar duramente, en unas condiciones extremas. La mayoría pereció por enfermedad, inanición o por gaseamiento, la principal forma de asesinato directo utilizada por los nazis. Periódicamente se realizaba una selección de presos débiles o enfermos para asesinarlos por gaseamiento en las instalaciones del Castillo de Hartheim o en vehículos adaptados. Aunque la eliminación de los presos tenía lugar en todo el conjunto de subcampos dependientes de Mauthausen, en Gusen se dio un altísimo porcentaje de los asesinatos del conjunto de ellos. El 5 de mayo de 1945 las tropas norteamericanas liberaron ambos campos.

Supervivientes del complejo Mauthausen-Gusen tras ser liberados / Donald Dean

Los primeros españoles fueron trasladados a Gusen el 24 de enero de 1941, procedentes de Mauthausen. Los SS querían hacer hueco en el campo central para los dos grandes cargamentos de republicanos que iban a llegar en las siguientes 48 horas. Los oficiales nazis agruparon a los enfermos e inválidos en un extremo del campo. Después formaron al resto de los deportados para completar el cupo, cercano al millar, eligiendo entre los sanos a los hombres de mayor edad. El pánico y el desconcierto se desató entre los presos españoles. Nadie sabía exactamente a dónde trasladarían a los elegidos y comenzaron a circular todo tipo de teorías. Unos pensaban que el destino era una muerte segura, mientras otros se agarraban a la esperanza de que los nazis, siempre necesitados de mano de obra, les enviarían a un sanatorio en el que podrían recuperarse lo suficiente para volver a trabajar, explica el blog Deportados.es

Ese desconcierto hizo que, durante más de un año, muchos españoles prisioneros en Mauthausen se ofrecieran voluntarios para ir a Gusen. Se equivocaban. Las condiciones de vida en el subcampo eran mucho peores, el trato todavía más cruel y el trabajo más inhumano. Miles de españoles perecieron víctimas del tifus, la tuberculosis, las palizas y torturas, el hambre y el brutal esfuerzo. Los dos grupos de trabajo que se cobraron más víctimas fueron el de la cantera y el de «el pozo», dedicado a la construcción de un molino para machacar las piedras, según el mismo blog.

En la posguerra los lugares ocupados por el complejo de Gusen fueron destinados a diversos usos. La mayor parte de lo que fue Gusen I fue parcelado y dedicado a viviendas privadas. No obstante, subsisten algunos vestigios del campo nazi, entre los que cabe destacar el crematorio, junto al cual está instalado actualmente un Memorial.