La Bella y la Bestia

La semana pasada dejé un poco en el aire lo bien que me lo había pasado con las sonrisas de unos niños. En realidad fueron las carcajadas y risas de auténtica felicidad de dos niñas.

Mi amiga Toñi y yo decidimos hacer de tías de las hijas de unos amigos, lo llamamos “día de chicas”. Así que hicimos un plan adecuado y nos fuimos a ver el musical LA BELLA Y LA BESTIA.

Cuatro horas de viaje, dos de ida y otras dos de vuelta. En principio no es mucho pero para los niños puede ser eterno, eso sin contar con que una de las niñas iba pachucha. Aún así no quería faltar a nuestra aventura. De tanto intentar emocionar a las niñas terminamos todas con un acelerón considerable, no sé como no nos pusimos todas enfermas de ansiedad, parecía que nunca hubiésemos hecho un viaje, y ni os cuento ir a un teatro a ver un musical. Las peques estaban más que encantadas, se sentían como si la aventura fuese algo extraordinario, casi prohibido, fuera del alcance para el resto de sus iguales….ver sus sonrisas, oír sus voces cargadas de emoción nada contenida, sus comentarios curiosos y cargados de nerviosismo….todo impagable. Acabamos cantando todas juntas canciones de “mayores”, no penséis.

Parada para comer rápido, pues íbamos con el tiempo justo. Primera experiencia novedosa: al estar con el estómago un poco revuelto una de las niñas, se hacía necesario hacer algo para que cuando menos no fuese a más. Como no teníamos medicina tradicional, remedio de urgencia, refresco de Coc…ola (lo pongo así para no hacer publicidad gratuita), eso sí, batida, para eliminar burbujas. Puede parecer algo fácil, pero a Irene no le gusta ningún refresco, lío. Razonamos juntas. Veamos su sabor no puede ser peor que un jarabe cualquiera. Así que preparamos una medida “terapéutica”, bien batida, y….¡de un trago! Prueba conseguida. Comer rodeadas de abejas que no se querían separar de nosotras, café (Irene y Estefanía no), cuarto de aseo y vuelta al coche..¡ay, no! Se me olvidaba antes las niñas nos amenizaron a todos los que estábamos en la estación de servicio con una canción y su baile correspondiente. Con hondo dolor y tristeza de su entregado público tuvimos que llevárnoslas, nos esperaba otro musical, por el que habíamos pagado y este era gratuito. Además era nuestro destino.

Como podéis ver, no llevábamos ni la mitad del recorrido y ya teníamos buenas anécdotas.

Por fin en el teatro, ya nos gustó hasta la entrada, ¡ooooh, qué bonito era todo! Nuestras butacas estaban en el Paraíso, nunca mejor dicho, arriba del todo, encima de nosotros el techo. Mirabas para abajo y no veáis qué vértigo. Eso sí, una vista espléndida de todo el escenario. Toñi y yo esperábamos alguna queja por estar tan arriba. Error. Estaban encantadas con la situación, y encima teníamos a uno de los grandes focos al lado, no me preguntéis por qué, pero hasta eso les gustó, el técnico terminó bautizado como el “foquero”, cómo si no.

Al margen de cómo vivimos todo el espectáculo, tengo que deciros que si podéis vayáis a verlo. Es fantástico, mucho mejor que el cuento y la película de dibujos animados (según experta crítica infantil), desde el punto de vista técnico la puesta en escena está muy bien, los actores, canciones, diálogos…todo nos gustó mucho. Eso sí, siempre teníamos nuestros favoritos, que nos darían tema para el viaje de regreso. La magia, el romanticismo, algo perfectamente captado por dos niñas tan pequeñas, para sorpresa de nosotras, las mayores, que pensamos que algunos detalles les pasarían desapercibidos. Muy listas las nenas. Los disfraces, las tazas, el felpudo, el reloj, el plumero (la plumero en realidad) uno de nuestros favoritos, nos encantaba como se movía.

En fin, todo lo que empieza acaba, y aunque nos hubiese gustado más, al menos yo lo disfruté mucho, lo mejor fue cuando ambas niñas se abrazaron a nosotras dándonos las gracias por haberlas llevado y porque todo lo habían disfrutado muchísimo, todo fue perfecto. Hasta el jarabe que empieza por Coc y acaba en Cola fue un éxito, barriga mucho mejor pero por si acaso Irene pidió repetir la dosis para hacer un buen viaje de regreso. Y también se nos hizo corto repitiendo todo un repertorio de canciones incluidas las que acabábamos de oír.

Nos prometimos volver a repetir la experiencia. Luego ellas comentarían a sus padres y resto de familia, lo bien que se lo habían pasado y que el viaje de cuatro horas largas mereció la pena.

Por todo ello y muchas cosas más merece la pena guardar este “día de chicas” en un lugar muy especial, cerca del corazón.

Aunque yo….lo cierto es que ….veréis….no sé cómo decirlo….bien sí …me atrevo ¡uff!

¿Por qué para que se produzca el consabido final feliz, la Bestia tiene que dejar de ser la Bestia-fea? ¿No es que la belleza está en el interior y la belleza exterior no es lo importante? A ver qué alguien me lo explique. No acabo de entender estos cuentos.