La Fundación Oso Pardo reclama a las administraciones la regulación urgente del turismo en torno a la especie

Denuncia que no se pueden repetir casos como el ocurrido el domingo en el Alto Sil donde decenas de personas acosaron a un ejemplar que se alimentaba en un robledal cercano a la carretera

La Fundación Oso Pardo (FOP) ha vuelto a reclamar a las administraciones que regulen de forma urgente la actividad turística en torno a la especie y denuncia además que situaciones como la ocurrida el pasado domingo en el Alto Sil (León), en la que decenas de personas acosaron a un ejemplar que se alimentaba en un robledal cercano a una carretera, demuestran “que la falta de medidas y normativa sobre este aspecto es un importante problema para la conservación de la especie”.

Además, desde la FOP se apunta a que debido a la sequía, los osos están dependiendo de determinadas manchas de robledal con una alta producción de bellotas para alimentarse, como es el caso del robledal en el que están teniendo lugar los acosos, “algo que está ocasionando una grave molestia para los osos en un momento crítico, como es el de la preparación para pasar el invierno con las máximas reservas posibles en su organismo.

La FOP afirma que desde principios de septiembre está siendo testigo de estas situaciones. En algunos casos, según critica, ha llegado a registrar hasta 40 vehículos aparcados junto a la carretera,especialmente los fines de semana, sin que hubiera presencia de ninguna autoridad. “Los curiosos han llegado a colocarse a solo 150 metros de distancia de los osos provocando que éstos abandonaran su alimentación, y exponiéndose además a una reacción agresiva de los animales al sentirse amenazados, o bien a generar una indeseada habituación del animal a la presencia humana”, asegura en un comunidad.

Para agravar aún más las molestias que están sufriendo los osos en estos montes limítrofes entre Páramo y Palacios del Sil , la FOP explica que desde ayer un incendio está arrasando zonas de robledal. Por último, desde la Fundación se argumenta que el turismo, “bien regulado y desarrollado no supone ninguna molestia para los animales ni resulta un riesgo para los observadores que quieren disfrutar de la pervivencia en las montañas de una especie tan emblemática, que hay que subrayar, aún está en peligro de extinción.