El concepto del pequeño pueblo de San Facundo es arrollador, diferente e innovador. Se trata de una localidad, ubicada en el municipio de Torre del Bierzo, en la que no se permiten coches. Por ello, los niños corren a sus anchas y las bicis forman parte del paisaje de esta villa berciana. Además, cualquiera puede pasear por sus calles con tranquilidad. La localidad tiene más de 600 plazas de aparcamiento muy cercanas al pueblo para que los vecinos y visitantes puedan disfrutar de un pueblo libre de coches.
En San Facundo se centran en el turismo sostenible y por esa razón se adhirieron a la iniciativa de ‘Espacios sin humo’, que impulsa la Asociación Española Contra el Cáncer, fomentando así la disminución del tabaco en la zona.
Su playa fluvial está acondicionada con wifi, personal de mantenimiento, una casa de piedra con servicios y duchas, sombrillas y hasta escaleras para acceder a la zona de baño. Además, tienen contenedores para reciclar el cartón, el vidrio, pilas o aceite. Su alcalde pedáneo, Ricardo Vila, es el precursor de esta idea que se ha visto reflejada en el pueblo con el paso de los años.
Esta villa berciana tiene un pasado minero, por eso, el futuro que le esperaba era “reinventarse o desaparecer”, asegura su pedáneo que destaca que “somos el único pueblo con estas características en todo el mundo”.
Vila asegura que este proyecto comenzó hace más de tres décadas. “No es cuestión ni de un día ni de dos, yo llevo de pedáneo 33 años y todo comenzó cuando en el año 1983 abrimos un bar en San Facundo que a día de hoy sigue abierto, Hermanos Vila, en un momento en el que no se hablaba de turismo rural”. Ricardo asegura que por aquel entonces, a pesar de parecer una idea “descabellada”, tenía la convicción de que San Facundo tenía una importante proyección turística.
“Desde que entré como pedáneo mi propuesta siempre ha sido hacer de San Facundo una ciudad sin dejar de ser un pueblo”. En este sentido, se refiere a dotar a la localidad de todos los servicios para mejorar la vida de sus 18 habitantes. Sin embargo, este innovador modelo de turismo sostenible ha llevado a San Facundo a recibir a más de 23.000 visitas al año. “Tenemos infraestructuras únicas en un pueblo como este, cableado soterrado, playa fluvial, baños públicos abiertos todo el año, lavadero para coches, tratamos el agua potable con rayos ultravioletas”, explica el alcalde pedáneo.
Ejemplo de turismo sostenible
Además, Vila asegura que San Facundo es un modelo de gestión de turismo sostenible y así lo reflejan en su libro ‘Aldea de San Facundo, la España que no podemos perder’. “Si se trabajase como en San Facundo en otros sitios, los pueblos serían otra historia”, puntualiza Ricardo.
Festival de la Trucha
En el ámbito gastronómico, celebran desde 2018 el Festival de la Trucha. “Decidimos hacerlo de este tipo de comida porque cuando yo era niño y mi padre iba a pescar cogía muchas truchas. Además, en los años 70 abrió una piscifactoría de truchas en San Facundo que produjo mucha trucha y que tuvo que cerrar cuando Bembibre hizo la presa para llevar el agua. Y, en el 83 nació el restaurante de San Facundo, cuyo plato típico era y, sigue siendo, la trucha”, explica el pedáneo. Este evento congrega ya a casi 500 personas en el pueblo y la idea de Ricardo Vila es instaurar una carpa de obra fija para poder hacer, no solo un evento al año, si no varios.
Acampada
San Facundo permite acampar con tiendas de campaña en una zona acondicionada. También dispone de una zona gratuita para caravanas. “La única premisa es que dejen todo como se lo encontraron”.
Ruta de Matavenero
Una de las rutas más aclamadas del Bierzo comienza en San Facundo, continúa hasta el poblado hippie de Matavenero, pasando por Poibueno y acabando de nuevo en el punto de partida. Un recorrido de un total de 12 kilómetros para conocer los encantos naturales de la zona.
Eco-oficina
San Facundo presentó un proyecto innovador que se centra en un edificio con estructura circular que se apoyaría sobre soportes de hormigón, es móvil, eco-sostenible, autosuficiente y se integraría en el espacio natural sin alterarlo.
Se trata de una idea que se centra en seguir los parámetros de la nueva economía que surge de la pandemia y que busca la eficiencia energética, el ahorro y la deslocalización de la actividad empresarial en el medio rural. Sin embargo, “es un proyecto que está a la espera de subvenciones porque tiene un coste de 1,5 millones de euros”, añade Ricardo.
Un pueblo que Vila define como “no mejor ni peor, diferente”.
Las calefacciones de gasoil y los coches del alcalde pedáneo no cuentan