La Ley de la Dualidad

Algo empieza, algo termina. Es de día, es de noche. Realidad y ficción. Tener o carecer. Todo es dual. Tú eres dual. Siempre fue y será así aunque las personas olviden este principio a la hora de decidir cómo son, qué hacen y a dónde van. La vida misma es una dualidad: estar bien, estar mal y todos los grados (matices) entre ambos polos. Incluso si nunca has sido feliz del todo y jamás has bajado a los sótanos de la satisfacción, la Ley de Dualidad está presente. Tu máximo y tu mínimo, tu tope y suelo. Los pares opuestos son lo mismo, diferenciados por el grado, es decir, la experiencia más cercana o alejada a ellos.

Todo lo que sabes, tu experiencia, es el resultado de lo que has vivido y recogido entre estas equidistancias. El mucho esfuerzo te ha enseñado y el poco también muestra su alta o baja utilidad. La cuerda que une el blanco (lado) y el negro (su opuesto) está lleno de colores, esos de los que están hechas las personas, unas veces a gusto y otras a disgusto. Si eres una persona a disgusto, no todo está perdido.

No hay que mover ni un dedo. Todo puede cambiar según el grado en el que sientas. Las grandes filosofías que abrazan la Ley de Dualidad ponen de manifiesto que los pares opuestos pueden ser reconciliados y, por tanto, convertirse en su opuesto. Tu disgusto puede dar paso a la satisfacción. Si tu experiencia genera un cociente no satisfactorio para ti, podrás convertirlo en una virtud.

¿Cuántas veces hemos comprobado la existencia de historias de vidas que se han convertido en satisfactorias desde una desgracia? ¿Cuántas veces la alegría infinita resultó ser finalmente una pesadilla? Horrores y sueños. Los extremos se tocan y al tocarse, surgen puentes, nexos que pueden hacerte saltar de uno a otro lado.

He ahí el punto de partida para que atravieses el puente de tus disgustos. Te puede llevar justo a otro lado. Si algo no tiene solución, la Ley de Dualidad, lo convierte en una solución. Es decir, si algo es irreparable ¿Para qué preocuparse por su reparación? No existe. Ese fin es un principio. ¿Y si algo sí tiene solución? ¿Qué te ofrece la Ley de Dualidad? Te ofrece volver sobre tus pasos para recuperar el soñado equilibro.

Recuerda siempre la acción de la Ley de Dualidad, los lados puede transformarse en sus opuestos, como la noche se transforma en día.