Los peores augurios no se cumplieron y la lluvia que golpeó fuerte la noche ponferradina cesó de manera inesperada para permitir la procesión de la Soledad.
La doliente comitiva caminó en absoluto silencio por la plaza del Ayuntamiento, un gesto con el que la Real Hermandad de Jesús Nazareno quiso mostrar su solidaridad con las víctimas del brutal atentado de Bruselas y con los refugiados que huyen del horror de Oriente Medio en busca de una vida mejor en Europa. Este año, más que nunca, la Soledad de la Virgen representó la de todos los desamparados, golpeados por la sinrazón y presos de la tragedia que un día cambió sus vidas.
Los ponferradinos respetaron la decisión de la hermandad y siguieron la procesión con un silencio sepulcral no solo en la plaza del Ayuntamiento ya que reinó a lo largo de todo el trayecto, que discurrió, con salida desde La Encina por las calles Paraisín, Cruz de Miranda, Jardines, Ayuntamiento, Reloj, plaza de La Encina, calle Gil y Carrasco hasta llegar a la iglesia de San Andrés.