Poca gente en Ponferrada no conoce a Lola González, trabajadora incansable y siempre comprometida en causas que buscan mejorar la sociedad. Fue una de las primeras sindicalistas, y durante mucho tiempo la única, en la Confederación Hidrográfica Miño Sil, fundadora de las asociaciones Mujeres por la Igualdad y Clara de Campo, madre de tres hijos y comprometida hasta la médula en la lucha feminista con un objetivo muy claro: “Hacer un mundo mejor o, al menos, dejárselo mejor a los que vienen detrás”.
Hasta los 30 años la vida de Lola no distaba mucho de la del resto de mujeres de su época. Se casó con 22 años y con 23 tuvo a su primera hija (después vendrían un niño y otra niña), trabajó durante casi diez años con los que entonces eran sus suegros y entonces aprobó el examen para entrar como personal laboral de la Administración General del Estado en la antigua Confederación Hidrográfica del Norte (posteriormente, Miño-Sil), “donde estuve 38 años peleando” hasta su reciente jubilación.
Fue allí donde su vida dio un giro que no esperaba: “Me llamaron de UGT para ser delegada sindical, y aunque al principio me daba un poco de reparo, después dije que sí porque las injusticias no me gustan”. Esto fue en 1986, dos años después de empezar a trabajar en Confederación. “Empecé a darme cuenta de que hay que trabajar para que las personas tengan condiciones de trabajo dignas. Me preparé mucho en la Escuela Julián Besteiro y en la Escuela de Capacitación Agraria de San Fernando de Henares”.
Desde su primer día como delegada sindical, Lola tuvo claro cómo tenía que hacer su cometido. “Visitaba mucho a mis compañeros, porque siempre se quejaban de que sólo les iban a ver cuando había elecciones y luego desaparecían. Yo les prometí que no los iba a abandonar y no lo hice. Cada poco iba a la presa de Riaño, a Villameca, a Barrios de Luna, a Bárcena, que es donde estaba yo… Siempre intentando que las cosas mejorasen. Incluso después de jubilarme algún compañero me ha llamado para que le ayudase y lo he hecho”.
Aquellos años no eran fáciles. Lola era la única mujer en un comité de empresa de nueve personas y “me tenía que pelar y dar algún puñetazo en la mesa, porque te hablaban como que no tenías fuerza para hacer las cosas. Había un presidente que me decía que era un todoterreno, porque no me importaba regañar con quien fuera si veía algo que no me gustaba”.
La cosa no cambió hasta mucho tiempo después, y tampoco fue un cambio radical: “En 2012 o por ahí ya había más mujeres en el comité. Bueno… una más. Costó mucho porque las mujeres muchas veces no es porque no quieran, sino porque no tienen tiempo: trabajas, asumes las tareas de la casa, de los hijos… Si de verdad quieres hacer las cosas bien en un sindicato tienes que trabajar mucho todos los días y hay muchas personas que no pueden hacerlo, sobre todo mujeres, porque les falta tiempo”.
Aunque llegaron a tentarla en política, Lola nunca vio con buenos ojos ese cambio: “Alguna vez, cuando entré a formar parte del PSOE, quisieron llevarme en alguna lista al Ayuntamiento con posibilidad de salir elegida, pero por esas cosas de partidos políticos al final se fue al garete. Nunca me ha llamado la atención, no me gusta la vida de un partido político. En el sindicato también vives la política, pero es diferente, yo tenía mucha libertad de movimiento y sabía cómo me tenía que mover, los partidos están más presionados para muchas cosas”.
La lucha feminista
“Yo creo que siempre fui feminista sin saberlo”, afirma Lola cuando entramos en su faceta de lucha por las mujeres. “Recuerdo que veía cosas que no me gustaban, que la mujer estaba siempre relegada a un segundo plano y decías no hay derecho. En mi casa tenía un cuadrante en la cocina con las tareas de la casa y eran iguales para todos, para mis dos hijas y para mi hijo”.
El salto al feminismo militante lo dio allá por 2012: “Vine a una concentración junto al centro de salud de San Antonio, no recuerdo de qué era, y una mujer me invitó a participar en la Plataforma Contra las Violencias Machistas. Entré y aprendí mucho de aquellas mujeres. Me di cuenta de cómo era la vida de una mujer maltratada y de todo lo que había que hacer por ellas, porque no se atreven a denunciar por muchísimas cosas, pero principalmente por miedo. El miedo que tiene una mujer maltratada es brutal. Miedo a que le quiten a sus hijos, aunque sea muy difícil, a no tener dinero para sacarlos adelante, a que él te agreda o te asesine… Las admiraba muchísimo y empecé a entrar ahí”.
Años después fue fundadora de las asociaciones Mujeres por la Igualdad y Clara de Campo, que, aclara, “no es Clara Campoamor, sino una mujer de Campo, de Ponferrada”. También pertenece a otras asociaciones como Adavas, de ayuda a víctimas de maltrato, Flora Tristán, Moradas por Ucrania y Alzheimer Bierzo, “que es un voluntariado muy bonito, aunque ahora no puedo ir tanto por algún problema físico”.
En este marco, sus esfuerzos se centran ahora en las mujeres del medio rural: “Tenemos un proyecto para hablar de malos tratos a mujeres en el mundo rural, algo que es brutal. Se te caen las lágrimas muchas veces al ver a mujeres, ya mayores, que sufren unas agresiones bestiales, tanto verbales como físicas o económicas”.
La igualdad real
El feminismo se ha encontrado en los últimos tiempos con una férrea oposición que Lola achaca “a la ignorancia. Es gente que escucha en la barra del bar y no se paran a pensar y a informarse bien. Está el tema de los chiringuitos, por ejemplo. No, mira, cuando alguna vez recibimos dinero nos lo curramos y gastamos hasta el último céntimo por las mujeres, que es lo que nos interesa. Conozco a una chica que es masajista y me dice que desde que hablamos de lo que es el feminismo se ha dado cuenta de que no sabía nada. ¡Creía que odiábamos a los hombres! A ver, yo tengo un hijo, dos nietos, un padre al que adoraba… ¿Cómo voy a odiar a los hombres? Sólo queremos que las mujeres tengan las mismas oportunidades. Para que haya un mundo mejor tenemos que estar unidos hombres y mujeres, sin pisarnos ninguno, ni ellos a nosotras ni nosotras a ellos. Tenemos que estar todos al lado en el feminismo para intentar hacer un mundo mejor”.
Otro ejemplo: “Con los puntos violeta de la Encina nos decían que no íbamos a atender a los hombres. ¿Cómo no los vas a atender? Lo primero, somos personas. Es más, nos vino un señor que tenía problemas de cadera y se quería sentar, otro que se encontraba mal y llamamos al 112 y le acompañamos hasta que le atendieron… ¿Cómo no los vas a ayudar?”.
Al final, insiste, “sólo queremos que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres en el trabajo, que se valore el trabajo que hacen las mujeres en casa… Cuando un niño dice que su padre trabaja en no sé qué y su madre no trabaja, ¿quién hace la comida en casa, quién va a la compra, quién te lleva al colegio? Eso es un trabajo”.
En ese sentido, Lola está dispuesta a hablar y explicar su punto de vista a todo el mundo: “No frustra, al contrario, te da más fuerza para explicarlo. En realidad, si dejas de informar sobre el feminismo queda relegado a un cajón. Hay que estar ahí todos los días y ofrecerse a explicar y a aclarar dudas. No te puede frustrar porque entonces dejaríamos de luchar”.
Por ejemplo, cuando se le habla sobre la aparente división del feminismo cada 8 de marzo en Ponferrada, con diferentes concentraciones, explica que “no creo que haya división. Cada asociación puede pensar de una manera diferente, pero el fin es el mismo. Hay discusiones, debates, pero es como la Ponferradina, hay opiniones diferentes, hasta encontradas, pero al final son todos del mismo equipo”.
Una lucha para todos en el medio rural
Volviendo a sus proyectos actuales en el medio rural, Lola explica que, en esencia, se trata de conseguir mejoras para todos, aunque se enfoquen desde el punto de vista de la mujer. “Los pueblos siempre han estado peor que las ciudades. Ahora estamos peleando para que las mujeres, en el mundo rural tengan acceso a internet, a sanidad, a cursos de formación para que puedan montar sus propias empresas, a créditos para montarlas… a desarrollarse en el mundo rural. El pueblo es un sitio muy bonito, pero faltan cantidad de cosas, sobre todo teléfono e internet, que es imprescindible para poder salir adelante, y es lo que estamos reivindicando”.
En esa lucha, afirma, las reivindicaciones no tienen sexo: “Evidentemente, es para los hombres también, que también vienen a nuestras charlas, al final la lucha es para todos. Siempre buscamos el bienestar de hombres y mujeres en todo lo que hacemos, siempre”, recalca, dispuesta a “seguir adelante y seguir luchando para hacer un mundo mejor o, por lo menos, dejárselo mejor a los que vienen detrás de nosotras, que no tengan tantas dificultades como tenemos ahora”.
Premios Mujer 2024
El Ayuntamiento de Ponferrada, con el alcalde Marco Morala al frente, ha propuesto a esta ponferradina como nominada a los Premios Mujer 2024 que organiza El Bierzo Digital. Estos premios buscan reconocer y galardonar la encomiable labor de todas las mujeres y, especialmente, de las de nuestra comarca.