Primero fueron simplemente huidos, que deambularon entre las montañas de Galicia, el Bierzo, León y Asturias. Es el caso del conocido guerrillero berciano Manuel Girón y de varios de sus compañeros, quienes, derrotado el frente republicano asturiano en el que luchaban, se plantearon como muchos de sus camaradas escapar por mar o regresar furtivamente a su tierra. Ante la imposibilidad de embarcar en Gijón, Girón regresó a Campomanes, donde le había sorprendido la caída del frente asturiano, para después poner rumbo a casa. Con él viajaba quien sería su compañero más fiel, el cenetista Marcelo de la Parra. A ellos se unirían dos primos de Villaverde de la Abadía, Victorino y Leopoldo Nieto, junto a un grupo que se iba haciendo más numeroso a medida que avanzaban.
Algunos se escondieron en sus pueblos al llegar al Bierzo pero, después, prácticamente todos fueron apresados y fusilados o empujados a echarse al monte para sobrevivir. Otros consiguieron -los pocos- pasar a Portugal o murieron en el intento. Tras el final de la guerra y numerosas visicitudes, huidos bercianos, leoneses, asturianos y gallegos confluyeron en la zona de Casaio (Ourense). Allí, en 1941, en la zona denominada la ciudad de la selva se creó la primera organización guerrillera de posguerra no sin superar dificultades, hostilidades y recelos de los distintos grupos, uno de ellos liderado por Girón. Desde la zona se organizaban incursiones en el Bierzo, la Cabrera, Sanabria y Galicia.
En la primavera siguiente, en la aldea de Ferradillo, cerca de Ponferrada, se celebra el congreso con el que se oficializa el nacimiento de la Federación de Guerrillas de León-Galicia, con la presencia de 24 guerrilleros comunistas, socialistas, anarquistas e incluso sin tendencia política definida más allá de su adhesión al frente republicano, según explica en su libro ‘El monte o la muerte’ el investigador Santiago Macías. La guerrilla del monte se completaría con la denominada guerrilla del llano, que le daría cobertura con una red de enlaces por todo el Bierzo. Posteriormente, los asturianos creaban su comité de milicias antifascistas, desplazándose a su tierra.
A los guerrilleros del monte se les ha venido conociendo como ‘maquis’, un término francés con el que se designaba a los jóvenes que se escondían para evitar ser reclutados durante las guerras napoleónicas. Posteriormente, los franceses resistentes a los nazis adoptaron el mismo nombre que, sin embargo, investigadores como Macías entienden que no tiene rigor histórico para definir a los guerrilleros antifranquistas españoles, anteriores a los partisanos franceses.
Ahora, arqueólogos gallegos, del proyecto Sputnik labrego, en el contexto de un trabajo postdoctoral financiado por la Xunta de Galicia y concedido a Carlos Tejerizo-García, arrojan nueva luz sobre cómo vivieron estos hombres, y también unas pocas mujeres, en aquella ciudad de la selva, gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas en dos chozos que en su día dieron cobijo a más de 30 personas. Los trabajos comenzaron en 2018 para finalizar un año después. Pero ha sido ahora, con la publicación de su memoria, cuando sus pormenores y conclusiones se han dado a conocer públicamente.
Así en el chozo Morteiras-1, en el que habrían convivido los guerrilleros bercianos, los resultados de la excavación fueron los más reveladores. El espacio, construido por los propios guerrilleros, con piedras y suelo de pizarra, sirvió como almacén de armas y alimentos y como corral de cabras y ovejas -la presencia de un cercano salto de agua amortiguaba el ruido de los animales- además de como comedor. La hipótesis de los arqueólogos es que el chozo fue abandonado tras el ataque a la zona de la Guerra Civil en 1946.
Y es que la situación estratégica del lugar había cambiado. La zona había quedado mucho más expuesta tras el descubrimiento de los yacimientos de wólfram en los montes próximos. Alguno había sido convertido en destacamento penal, donde quedaron confinados numerosos republicanos, algunos incluso lograron escapar y se unieron a los guerrilleros. La que hasta principios de los años 40 había sido una zona de difícil acceso contaba en la segunda mitad de esa década con una pista que facilitaba la entrada a esos valles. El 26 de julio de 1946, estando todo listo para el VII Congreso de la Federación de Guerrillas de León-Galicia, y con la presencia de una treintena de guerrilleros, la Guardia Civil atacó la zona y mató a varios de los presentes. Los demás huyeron. El chozo de as Morteiras no habría sido encontrado pero si abandonado por su proximidad a un área que había perdido su condición de recóndita.
En concreto, los trabajos arqueológicos en el chozo han sacado a la luz vainas de fusil Mauser, piezas de granada y balas de revólver, junto a una moneda de la época. Las excavaciones se vienen a sumar a otros anteriores que detectaron un total de 10 campamentos vinculados a la actividad de la guerrilla en los montes de Casaio, toda una ‘ciudad’ clandestina durante años.