Hace unas semanas llegó a mis manos un libro de apariencia “inocente”. Me refiero a que no es un libro grande de tapas duras, encuadernación de lujo y colores llamativos. No, pequeño, tapas blandas, lo que se dice edición rústica, y poco más de 200 páginas. Blanco, con un pequeño toque de rojo. Nada que me llamase la atención….salvo unas manos femeninas rodeando unos piececillos de bebé. Tierno, muy tierno. Y luego el título: Ha nacido una madre especial.
Partiendo de que cada mamá es especial para cada hijo, ¿qué tenía ésta de especial? Así que comencé a hojearlo (pasar las hojas), luego ya a ojearlo (utilizar más los ojos), y a continuación leerlo. La autora es una de esas madres, pero en realidad son otras muchas, puesto que el libro recoge una enternecedora selección de historias en las que los protagonistas son personas con hijos con necesidades especiales. Dicho para entendernos, niños con deficiencias físicas o psíquicas. En concreto la autora dejó sus ocupaciones profesionales cuando su tercera hija nació con síndrome Down, y se dedicó a prestar apoyo a familias con sus mismas necesidades.
Decir que me impresionó no creo que haga falta. Conozco casos reales y cercanos a mí de esas súper mamás. Así que no era ciencia ficción, o ficción a secas, ni cuentos. Esas mamás existen. Cerca de nosotros.
Mi lectura coincidió, o no, por eso de que las casualidades no existen, con el debate, una vez más (aquí con tono cansino y bajada de hombros…qué pesadez más grande), del aborto de niños, se les ponga el nombre que se les ponga, aunque sea el de fetos o embriones -digo yo que no habrá duda de que son humanos…no ranas-, así que niños con deficiencias psíquicas. El libro es un canto a la vida, un homenaje, un regalazo. Porque a la conclusión que llegué es que no son “niños con necesidades especiales”, son “bendiciones especiales”. Así los describían en el libro uno de los testimonios y me pareció la forma mas bella y exacta de definirlos o llamarlos. Si un hijo es una bendición no cabe duda de que estos se llevan la corona.
A mí me recordaba, esa forma de expresarlo, a unas inyecciones que se tenía que poner mi hermana, dolorosísimas. Ella, muy pequeña no entendía que fuese por su bien, sólo sentía el dolor inmediato, pero le salvaron la vida. Del mismo modo las madres a las que les dicen que el hijo que esperan tendrá una serie de necesidades especiales, entiendo que no sea lo que se dice una buena noticia para ellas, y mucho menos una bendición. Pero es muy posible que les “salve la vida”.
Es evidente que no todo el mundo lo verá así, al menos al principio. Varias familias que conozco, algunas las considero casi mi familia, han tenido esta situación, y todas ellas pasaron por esos momentos de desesperación, no aceptación, lucha, rechazo…pero amaron a sus hijos, a los que gozaban de buena salud y a los que no. Hoy con el paso del tiempo reconocen que puestos en la balanza los hijos que más les “han hecho sufrir” son los que creían más aptos para la vida, o para la sociedad. Confiesan que cuando se decían que para qué traer un hijo “así”, para que toda su vida fuese un sufrimiento, en realidad los que no querían sufrir eran ellos con un hijo “así”. Ahora no lo cambiarían ni por todo el oro del mundo, incluso ni por un hijo “normal”, teniendo en cuenta de que ellos son más y mejor que normales, son una BENDICIÓN.
Para terminar decir que no puedo con los hipócritas caraduras y oportunistas haciendo campañas a favor de instituciones que apoyan y cuidan a personas con necesidades especiales, alabando su labor, haciéndose fotos con ellos, y luego a continuación se van a las manifestaciones a favor del aborto en casos “especiales”. ¡Señor!
Tal vez algún día estas madres dejen de ser ESPECIALES, o excepcionales (por raras o escasas) y pasen a ser lo “normal”, sin que a nadie nos sorprendan o extrañen.
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