Mouchos, coruxas, sapos e bruxas

Al carbón le han echado un meigallo que ni los mejores curanderos van a poder sanar. Llevamos muchos días. Casi un mes de conflicto minero y algo más de sepultura en vida. Los de Santa Cruz se han convertido en llama viva de una lucha que se aventuraba larga y dura. La minería es una religión que tiene como únicos mandamientos la reivindicación, la solidaridad y la supervivencia de las cuencas; de los territorios como el nuestro que sigue viviendo de la única fuente de energía autóctona que tiene el país, y que ¡incongruencias de la política!, no preocupó a los anteriores gobiernos ni tampoco a éste. Las cuestiones importantes solo preocupan cuando son molestas. Y los que reivindican saben hacerse notar, porque siempre han tenido que recurrir al empleo de las mismas armas, las de la lucha obrera. Lucha obrera en pleno siglo XXI, el siglo de los avances tecnológicos, de la esquizofrenia de las redes sociales y del rescate con secuestro a todo un país. Meigallo en toda regla.

Las víctimas, que son (como la propia actividad minera) directamente los afectados e indirectamente el resto, no claudican. Las protestas por los recortes en las ayudas al carbón continúan con nuevas acciones. Se prepara una segunda Marcha Negra a Madrid. Segunda, porque la del año 2010 sólo llegó hasta León. Acampada minera en la capital de España. Los que viven en el ombligo del país tienen que enterarse de lo que otras regiones como la nuestra, aportan a la economía. Marcha Negra, que en días como los que se avecinan del solsticio de verano, y a tenor del mal de ojo que ha caído sobre el carbón, se antoja como la Santa Compaña. Pero la legión de espectros en este caso no son los caminantes. Están en el otro lado, en el lado de quienes hacen oídos sordos a la reivindicación. En el que deja un intenso olor a cera y un ligero viento de indiferencia. Cortejo de incompetentes. Animas de manos frías y pies descalzos, frente a las manos tiznadas de negro y de pies con ampollas, secuela del esfuerzo con dirección a Madrid. La cara y la cruz. Metáfora de San Juan, en pleno conflicto carbonero. Cumplamos con el rito y la leyenda.

Fuera meigas y ánimas del futuro del Bierzo, que corra la queimada, que la hoguera de San Juan arrase con el desempleo, con el cierre de empresas en el Bierzo, con los expedientes de regulación de empleo, con quienes se agarran continuamente al escudo de la crisis, contra los oportunistas, los interesados. ¡Fuera los malos espíritus!, saltemos sobre los rescoldos de las hogueras, pongamos a remojo las hierbas de San Juan como símbolo de la esperanza y buena suerte.

Luna de la noche de San Juan, luce intensa y alumbra el conxuro que necesitamos recitar:

Mouchos, coruxas, sapos e bruxas. Demos, trasgos e diaños, espritos das nevoadas veigas (…)

E cando este brevaxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males de nosa alma e de todo embruxamento. Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada: si é verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiquí e agora, facede cos espritos dos amigos que están fora, participen con nos de esta queimada.