En la época actual los movimientos nacionalistas participan en la política de numerosos países democráticos. Y si bien los primeros que nos vienen a la mente son europeos y americanos, también existe un país en Asia donde tienen una fuerte presencia: Japón.
Para comprender el auge del nacionalismo japonés es necesario remontarse hasta los siglos XV y XVI, cuando los europeos, principalmente españoles y portugueses, comenzaron a explorar las regiones de Asia, al igual que las de América. Con los exploradores llegaron los misioneros cristianos, a quienes los gobernantes japoneses detestaban ya que interpretaron las misiones como un intento de imponer la cultura occidental. Esto, sumado al temor a una invasión, provocó que el Shogunato, el gobierno militar que gobernaba junto al emperador el Japón feudal, pusiese en marcha la política del Sakoku, el cierre de las fronteras japonesas, en 1639. A partir de ese momento, Japón únicamente mantendría relaciones con China y Corea y con los comerciantes holandeses asentados en la bahía de Nagasaki. Al resto de los extranjeros se les tenía prohibido el acceso al archipiélago de la misma manera que a los japoneses se les prohibía abandonar su país. El castigo por violar el Sakoku era la pena de muerte.
La restauración Meiji
Todo cambió cuando en 1853 varios navíos de la armada estadounidense, a cargo del Comodoro Matthew C. Perry, llegaron a la bahía de Tokio. Bajo la amenaza de bombardear la costa, obligaron al emperador a abrirse a occidente. Terminaba así el Sakoku y comenzaba la Restauración Meiji, el proceso de industrialización del país, llamado así por el emperador que gobernaba en aquel entonces. Se abandonó el feudalismo, siendo la figura casi divina del emperador la que acumularía el poder, y los samuráis acabaron por ser desplazados por un moderno ejército similar al occidental. No obstante, los ideales y códigos de los samuráis, el Bushido, siguieron presentes en el ejército y la armada, que gozaban de una fuerte importancia en el país asiático. Era el nacimiento del nacionalismo japonés.
A finales del siglo XIX, mientras los europeos se apoderaban de África, los japoneses iniciaban una campaña expansionista por Asia. A principios del siglo XX, Japón había conquistado Formosa, Corea y las islas de Okinawa. Esta campaña colonizadora provocó guerras contra China y Rusia, naciones a las que fácilmente Japón logró derrotar. Durante la Primera Guerra Mundial, el Imperio Japonés colaboró con los países de la Triple Entente (Reino Unido, Francia y Rusia) contra los alemanes, atacando el puerto germano de Quindao en China, similar al Hong Kong británico y al Macao portugués. Este importante emplazamiento pasaría a manos japonesas, de igual manera que varias islas del Océano Pacífico como es el caso de las Carolinas. Igualmente, la débil China, república desde 1912, no pudo hacer nada por impedir la cada vez mayor presencia japonesa en la región de Manchuria, cercana a la frontera rusa. En 1917 estallaba la Guerra civil rusa entre los zaristas y anticomunistas del Ejército Blanco y los bolcheviques del Ejército Rojo. Japón apoyaba a los primeros en su lucha contra el ejército de Lenin, ya que los nipones buscaban explotar los recursos de Siberia.
Los comunistas acabaron por vencer y Japón hubo de retirarse de Rusia. Aún así, la presencia japonesa en Manchuria era cada vez mayor hasta el punto de que en 1931 el Imperio japonés acabó por anexionarse directamente el territorio. Como bien se puede ver en el cómic de Tintín El Loto Azul, publicado en 1934, la excusa para invadir este territorio fue un falso atentado en una vía del ferrocarril japonés en la región. El ataque fue en realidad perpetrado por militares japoneses que buscaban una excusa para hacerse con esta zona, que a partir de ese momento sería conocida como Manchukuo, un estado satélite gobernado por Puyi, el último emperador de China, famoso en occidente por ser el protagonista de la película de Bernardo Bertolucci, El último emperador, de 1987.
Guerra entre China y Japón
Japón poseía un poder militar cada vez mayor. En los momentos previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial contaba con un importante arsenal de cazas, bombarderos, tanques y submarinos. Para comprender el porqué de la guerra entre China y Japón. Este violento conflicto es considerado junto a la Guerra civil española como la antesala de lo que sería la contienda global. Japón pasaría a la historia por las sangrientas masacres cometidas contra los civiles chinos a los que muchos japoneses consideraban una raza inferior. En la Masacre de Nankín, ocurrida entre 1937 y 1938, cerca de doscientos mil chinos fueron ejecutados por el ejército japonés, muchos de ellos siendo enterrados vivos por los soldados nipones. En el norte del país, las tropas japonesas se enfrentaron con los soviéticos y sus aliados mongoles, terminando las hostilidades en 1939. Sería la enemistad entre Japón y la URSS la que provocaría un acercamiento entre los gobiernos del emperador Hirohito y Hitler.
En 1940, mientras la guerra en China continuaba, Hitler seguía invadiendo países como Francia y Holanda. El gobierno colaboracionista de Vichy cedió la Indochina francesa a Japón, lo que provocó un aumento en las tensiones entre este país y los Estados Unidos. Las Indias Orientales Neerlandesas, colonia holandesa, conocidas en la actualidad como Indonesia, permanecieron libres pese a que Holanda fuese invadida por los nazis. Debido a la guerra en China y a la anexión de Indochina, Estados Unidos, Reino Unido y las Indias Orientales Neerlandesas dejaron de suministrar petróleo a Japón. Sin combustible era imposible continuar la lucha en China. Para que el embargo petrolífero se levantase Japón debía dejar de luchar en el continente asiático. Fue entonces cuando Japón tomo la decisión de atacar las Indias Orientales Neerlandesas para así hacerse con sus reservas de petróleo.
Ataque a Pearl Harbour
No obstante, existía un grave inconveniente a la hora de realizar tal acción,:la flota estadounidense, que podría partir para defender los territorios que Japón deseaba conquistar. Por consiguiente, se decidió atacar la base de la marina estadounidense en Pearl Harbor, Hawái. Entre el 7 y el 8 de diciembre de 1941, Japón atacó Malasia, Hong Kong, Filipinas, la isla estadounidense de Wake y Pearl Harbor en el que sería el comienzo de la más grande campaña del ejército japonés, logrando consolidar un vasto imperio que abarcaba desde Nueva Guinea en el sur del Océano Pacífico hasta las Islas Aleutianas en el norte y desde Birmania en el oeste hasta las cercanías de Midway en el oeste. Sería aquí donde comenzarían los problemas para el vasto imperio. Los estadounidenses lograron contraatacar y comenzaron una sangrienta campaña de avance a través de las islas de Océano Pacífico. Igualmente, los japoneses hubieron de enfrentarse a los australianos en Nueva Guinea, apoyados por neozelandeses y estadounidenses, y con los británicos y norteamericanos en Birmania, todo esto mientras la guerra en China continuaba.
La ‘Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia Oriental’
En un intento de limpiar su imagen, el gobierno nipón creó un nuevo término, la ‘Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia Oriental’, una alianza de países asiáticos ‘contra el imperialismo europeo’, alianza, como no, liderada por el imperio del sol naciente. No obstante, el único apoyo realmente importante recibido por los japoneses fue el de los tailandeses. Igualmente, en la India británica ya existía un fuerte movimiento nacionalista y aunque Mahatma Gandhi, el líder independentista más famoso, era partidario de la no violencia, algunos grupos indios apoyaron a los japoneses contra los británicos en Birmania. En el resto de países ocupados por Japón las masacres de civiles por cuestiones étnicas seguían sucediendo.
Los kamikazes: muerte antes que rendición
Los japoneses, obsesionados con el código Bushido y por una lealtad obsesiva al emperador, consideraban que la muerte era una opción mejor a la rendición, siendo frecuentes los suicidios entre los soldados. Aquellos que preferían la rendición, eran ejecutados por los mandos japoneses en caso de ser descubiertos. El Bushido también inspiró las llamadas ‘cargas banzai’, ataques en masa con bayoneta y katana que en la mayoría de los casos acababan con la muerte de los atacantes. Los oficiales japoneses utilizarían esta técnica en situaciones en las que la derrota era inminente. El término banzai proviene de la expresión Tenno Heika Banzai (¡Larga vida al Emperador!), el grito de guerra que los japoneses exclamaban tras sus victorias.
Cuando era evidente que los Aliados estaban ganando la guerra, los japoneses recurrieron a los famosos vuelos kamikaze (viento divino). Ser un piloto kamikaze era considerado uno de los máximos honores en la militarizada sociedad japonesa de aquel entonces. Para muchos japoneses, morir por la patria y por el emperador era algo de lo que estar orgulloso. Aquellos que pensaban diferente eran duramente castigados por el Kenpeitai, la ‘Gestapo’ japonesa.
Tras invadir las posesiones japonesas de Iwo Jima y Okinawa, los estadounidenses estaban preparados para asaltar Japón. El radicalismo de los militares que preferían dar su vida antes que rendirse haría de la invasión del archipiélago un baño de sangre. Japón se encontraba desde finales de 1944 bajo continuos bombardeos. Uno de los más sangrientos tuvo lugar en Tokio, ciudad sobre la cual los bombarderos B-29 americanos arrojaron bombas incendiarias, algunas cargadas con el recién creado napalm. Las casas de la ciudad, construidas con madera y papel, fueron arrasadas por una tormenta de fuego que se saldó con la vida de cien mil personas. Sin embargo, había una ciudad japonesa que hasta el momento no había sufrido ningún ataque: Hiroshima. La razón era simple. Esta ciudad estaba reservada para un nuevo tipo de arma, la atómica.
El bombardeo atómico de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 fue un duro golpe para un Japón ya de por sí destrozado por los bombardeos convencionales. El día 9, coincidiendo con la invasión soviética de Manchukuo, una nueva bomba atómica es arrojada sobre Nagasaki. El gobierno japonés decide rendirse a los estadounidenses, pese a que ello contradijera al Bushido. Una de las razones de esta rendición fue que los estadounidenses permitirían a los japoneses conservar al emperador Hirohito, aunque hubo de renunciar a su carácter divino. El general Hideki Tojo, el cerebro detrás de la invasión de China y primer ministro de Japón desde 1941, no tuvo la misma suerte y acabo siendo ejecutado al igual que otros importantes mandos japoneses.
Desmilitarización tras la Segunda Guerra Mundial
Japón quedaría ocupado por los estadounidenses hasta 1952, cuando se creó el estado japonés moderno, una monarquía constitucional. La ocupación militar por parte de las tropas de Douglas MacArthur fue una humillación para los nacionalistas japoneses, más cuando una vez terminada la ocupación las bases estadounidenses siguieron abiertas. De igual manera que hicieron en la Alemania nazi, los estadounidenses impulsaron una campaña de desmilitarización de la sociedad japonesa. En pocos años, la mayoría de la población japonesa acabó siendo abiertamente pro occidental. Los comunistas japoneses, represaliados durante el gobierno de Tojo, hubieron de huir a la URSS o China, comunista desde 1949, debido a las campañas de persecución llevadas a cabo por MacArthur. No obstante, siguieron existiendo grupos minoritarios simpatizantes del derrocado gobierno de Tojo. En los territorios invadidos por Japón, y liberados tras su rendicion, algunos soldados japoneses continuaron luchando incluso terminada la guerra. El último de estos soldados se rindió en Indonesia en 1974. Las nuevas fuerzas armadas japonesas, llamadas Fuerzas de Autodefensa de Japón, se crearon únicamente para defender el país en caso de que este fuese atacado, quedando prohibida su intervención en otros países.
Yukio Mishima y la ‘Sociedad del escudo’
Los minoritarios movimientos ultraderechistas japoneses quedaron en un segundo plano durante el ‘Milagro económico japonés’, el rápido crecimiento económico del país tras la guerra. El archipiélago japonés rápidamente se llenó de rascacielos y de líneas de ferrocarril para los trenes bala. No obstante, el ultranacionalismo japonés pasó a primera página un día de noviembre de 1970 cuando el famoso escritor Yukio Mishima protagonizó un fallido intento de golpe de estado en Tokio.
Durante su juventud, Mishima siempre quiso ser piloto kamikaze y dar su vida por el Japón imperialista y por el emperador. Sin embargo, no pudo acceder a la Armada debido a un resfriado que los médicos confundieron con tuberculosis. Frustrado, dedicó el resto de su vida a la literatura, especialmente a la poesía, convirtiéndose en uno de los más destacados escritores japoneses de posguerra. Pero el nacionalismo japonés seguía arraigado en la vida de Mishima. En 1968 creó su propia milicia, la Tatenokai (Sociedad del escudo). El 25 de noviembre de 1970 Mishima irrumpió en un cuartel militar de Tokio en compañía de miembros de la Tatenokai. Tras atar al comandante a su silla, Mishima se dirigió a los soldados desde el balcón en un discurso que pretendía convencer a las tropas de que se alzasen en un levantamiento armado que devolviese al emperador a su legítimo lugar. Al fracasar, Mishima se suicidó mediante el tradicional seppuku o harakiri. Tras clavarse un puñal en el abdomen, el miembro de la Tatenokai encargado de dar muerte a Mishima decapitándole con una katana falló a la hora de cortarle la cabeza. Mishima sufriría una muerte lenta.
La crisis económica de los 90 y el resurgir del nacionalismo
El suceso protagonizado por Mishima fue un caso aislado pero realmente impactante en una época en la que Japón parecía haber olvidado la violencia de su pasado, que retornaría en los 90, de la mano de grupos nacionalistas a través de manifestaciones e incluso ataques. La razón de este resurgimiento fue la crisis económica que golpeó a extremo oriente, afectando a países como Tailandia, indonesia, Corea del Sur y Japón, donde se la conoció como la ‘década perdida’. Los 90 también constituyeron el inicio de la expansión de internet y Japón, meca de la tecnología, fue el escenario del surgimiento de las primeras comunidades virtuales. Una de ellas, la de los Netto-uyoku, la facción virtual de los Uyoku dantai, los ultranacionalistas japoneses.
El Uyoku dantai y los Netto-yoku
A día de hoy es común encontrarse a grupos nacionalistas en las calles y en la red. El centro de este movimiento es el Santuario Yasukuni, el ‘Valle de los caídos’ japonés. Este templo es en teoría un lugar de culto a los fallecidos en las guerras en las que Japón luchó pero también es un símbolo del militarismo nipón, figurando entre los nombres de los caídos los de numerosos criminales de guerra entre los que se encuentra Hideki Tojo. Las visitas al santuario de políticos e incluso de primeros ministros japoneses del Partido Liberal Democrático (PLD), el cual gobierna Japón actualmente, con Shinzo Abe a la cabeza, han provocado protestas por parte de los gobiernos de China y Corea del Sur e incluso otras figuras políticas del propio Japón. En 2006, la casa del político Koichi Kato, que pese a ser miembro del PLD había criticado las posturas ultranacionalistas de algunas figuras del partido, fue incendiada con cócteles Molotov por miembros del Uyoku dantai.
El Uyoku dantai y los Netto-uyoku nos son un grupo organizado sino un conglomerado de grupos radicales, algunos de ellos incluso relacionados con las mafias de la Yakuza, unidos por un patriotismo exacerbado y un profundo odio contra Rusia, China, Taiwán y Corea. En ciudades como Tokio se pueden ver furgonetas emitiendo consignas nacionalistas desde potentes altavoces a la vez que manifestaciones en las que es común ver ondear la bandera de la marina japonesa, símbolo del militarismo de este país. Incluso dentro del PLD existen posiciones claramente tradicionalistas y ultraconservadoras que, entre otras propuestas, abogan por permitir a las Fuerzas de Autodefensa de Japón actuar fuera del país. Esta ha sido una de las mayores polémicas vividas en el país asiático en los últimos años al igual que el constante negacionismo de los crímenes de guerra cometidos por Japón por parte de figuras políticas de primer orden. Sin ir más lejos, Shinzo Abe niega, a pesar de las numerosas evidencias, que las tropas japonesas en China recurrieron a prostitutas y esclavas sexuales durante la guerra para ‘relajarse’, las llamadas ‘mujeres de confort’, un asunto que a día de hoy sigue siendo objeto de gran polémica en el país nipón. Igualmente, es partidario de que el ejército pueda actuar fuera de Japón, ha visitado el Santuario Yasukuni varias veces y ha negado que Manchukuo fuese un estado saélite.
Por su parte, los netto-uyoku por su parte forman una sólida comunidad on line desde la que constantemente se exalta el nacionalismo y se ataca a países como China o Corea. Este movimiento se ha logrado mezclar con el manga y el anime, dando lugar a cómics y videojuegos de clara ideología militarista. La idea se ha exportado a occidente, donde el manga se ha utilizado para representar a figuras políticas ultraconservadoras.
No obstante, en Asia también existen movimientos anti japoneses, siendo especialmente fuertes en Taiwán y Corea del Sur, por no hablar de las dictaduras de China y Corea del Norte donde el odio hacia los nipones es inculcado desde la infancia.