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Nuevos aires en la Ciuden

Los ecos de la macromanifestación de Madrid, por si alguien todavía no se ha enterado, por la supervivencia de la minería, desplazaron un tanto al primer encuentro formal e institucional entre el alcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco, y el nuevo director general de la Ciuden, Melchor Ruiz. Es de vital importancia para la capital del Bierzo, y por ende, para toda la comarca, que la relación entre ambos organismos sea fluída y, sobre todo, de colaboración. Atrás debe quedar el encastillamiento no sólo de sus máximos responsables, sino de su propio cuerpo (político, pues se diga lo que se diga, la Ciudad de la Energía ha sido un Inem para el socialismo, y eso se entiende perfectamente para los puestos de confianza, jamás para el resto de plantilla).

No debe olvidarse lo sucedido. La Ciuden, en tiempos de escased de emolumentos públicos, ha sido un balón de oxígeno para la dinamización de multitud de obras en pueblos, mecenas de variados proyectos turísticos y culturales e incluso impulsor de nuevos organismos en la zona, léase las instalaciones de investigación de CO2 en Cubillos, el Museo de la Energía en Ponferrada o sus propias oficinas en el Barrio de Compostilla. Con unas delegaciones de Junta de Castilla y León y Diputación de León diezmadas y resignadas a un papel muy secundario, con un Consejo Comarcal en plena redimensión de su papel en el concierto institucional y con un Ayuntamiento de Ponferrada atado por la falta de recursos, se diría que la Ciuden ha sido y podría seguir siendo la única institución pública capaz de protagonizar y marcar el ritmo de la zona.

De momento, Melchor Ruiz se ha anotado un tanto a su favor acudiendo a la sede de los ponferradinos, el Ayuntamiento; visitando allí al ciudadano número uno, el alcalde. Es una buena señal. De ese primer encuentro han transcendido tres cosas. La primera que se van a desbloquear, si es que era bloqueo y no falta de diálogo, los trabajos del entorno del Museo de la Energía. Los llamados campos de fútbol y parte de la zona destinada a la Ciudad de la Juventud o ensamble con el Barrio de la Térmica-Compostilla. El segundo asunto es el de la negociación con la empresa adjudicataria de las obras del propio entorno y el citado museo. Recordemos, rotas por la excesiva alza del montante que reclama la empresa en concepto de modificaciones de obra; extremo difícil de argumentar al no cumplirse plazos de ejecución y abultada ampliación, excesiva, de la nueva cantidad reclamada fuera de contrato. Y en tercer lugar, que sí va a existir un cambio tranquilo en los puestos de dirección de confianza por dos razones, según se nos dice: porque se quiere reducir por economizar y agilizar la cabeza ejecutiva. No se tiene pensado ningún ERE, si por ERE se entiende una reducción de plantilla radical. La estructura tiene que ser piramidal y no de reloj de arena, es decir, con muchos trabajadores y muchos ejecutivos pero poco personal intermedio.

Y como estamos inmersos en una de las movilizaciones mineras más importantes de los últimos años. No estaría de más contar con más personal de investigación y captación de recursos públicos y privados para el quid de la cuestión: la consecución de la quema de carbón de forma más limpia. Una de las bases en las que se asienta este importante proyecto de la Ciudad de la Energía y que, de lograrse, tendríamos otro argumento más para defender el futuro de la matería prima más abundante en el subsuelo del Bierzo frente al gas del Sáhara o el petróleo árabe.