El viernes 15 del presente mes de febrero, los medios de comunicación del mundo entero se hicieron eco de dos acontecimientos, que resultan especialmente interesantes para personas (yo por ejemplo); aficionadas a la astrofísica. Empleo esta palabra porque no quiero dar lugar a confusiones. Si digo astroNOMía, se podría confundir con astroLOGía, pero mientras la primera es una disciplina científica, la segunda no es mas que un conjunto de creencias (horóscopo y demás), cuya credibilidad científica, (“ojo al dato”) es NULA.
Entrando ya en tema señalo que los aficionados a la astrofísica (y otras ramas científicas similares), manejamos de modo habitual y año tras año unos libros muy interesantes, llamados ANUARIOS que publican ciertos observatorios astronómicos como por ejemplo el de Madrid, también denominado Observatorio Astronómico Nacional (OAN).En el correspondiente a 2013, (se publican siempre a principios del año) figura un artículo de divulgación científica, titulado “Impactos sobre la Tierra”, del que es autor Pablo de Vicente Abad y en el mismo se dice entre otras muchas cosas que el 22 de febrero del año 2012, un telescopio del Observatorio de Mallorca localizó un asteroide de 45 metros de diámetro al que se le dio el nombre de 2012 DA14 y que según cálculos efectuados por diversos organismos científicos, el día 15 de febrero de 2013,a las 19 h. 27 m. (TU) es decir las 8 horas y 27 minutos de la tarde, pasaría a una distancia de 30.000 Km. de la Tierra. Luego lo previsto se cumplió casi a la perfección. A las 8 h. y 20 minutos pasó a 27.520 km. En cuanto a la distancia cabe señalar que es mucho menor que la que nos separa de La Luna (384.400 km), e incluso inferior también a la que se encuentran algunos de los satélites artificiales que giran en torno a nuestro planeta; en concreto los denominados geoestacionarios (orbitan a 35.900 km. del centro de La Tierra, es decir a sólo 29.530 de la superficie).
Lo que no estaba previsto fue otro acontecimiento bastante similar que casualmente ocurrió ese mismo día y unas horas antes. Como fue totalmente imprevisto a estas horas los datos que van apareciendo aún son confusos; pero al parecer una “pedrusco” de 15 metros (al entrar en la atmósfera), se desintegró en varios fragmentos dando lugar a la aparición de una serie de fenómenos (intensa luz, explosiones, daños materiales y unos 1.000 heridos), de los que se siguen haciendo eco los medios de comunicación. Por este motivo no me entretengo mas en detallar los efectos del meteorito de Rusia y señalo únicamente que si este suceso hubiese ocurrido hace “solo” 200 años, el resto del Mundo apenas habría tenido noticias del evento, que serían en todo caso, tardías y de muy escasa calidad. De hecho en el año 1908 y en este mismo país ocurrió algo similar (Tunguska) y a día de hoy muchas personas ignoran lo que ocurrió porque en aquella época los medios de difusión eran muy rudimentarios aún, comparados con los actuales. La deficiente información transmitió a nuestros antepasados la sensación de que la caída de “piedras del cielo”, es algo inaudito, lo que evidentemente no es cierto.
Asimov, señala por ejemplo que el presidente norteamericano T. Jefferson en el año 1807 y en una desafortunada intervención se negó a aceptar que cayesen piedras del cielo. Actitud esta similar a la sostenida unos años antes (siglo XVIII) por los científicos ilustrados de la Academia Francesa de Ciencias. Sin embargo el propio Asimov señala como ya los antiguos griegos presenciaron caídas de meteoritos y descubrieron que eran masas de hierro e incluso afirma que en épocas tan lejanas como el año 3000 antes de Cristo, se debió emplear hierro de origen meteórico. También y como no cita a la célebre, piedra sagrada de los musulmanes, la Kaaba, que se venera en La Meca, señalando que se trata de un meteorito. Es lógico pues que se la considere una piedra sagrada, porque cayó del cielo. Lo que ya es más difícil aclarar (desde el punto de vista científico), es que dios de los muchos que (según ciertas creencias) ha habido y sigue habiendo en el cielo, tuvo la idea de enviar ese pedrusco a nuestro planeta.
Para analizar el pasado en profundidad no debemos conformarnos sólo con los datos históricos, es decir con aquellos generados tras la invención del testimonio escrito. Ciencias como la geología, la biología o la astrofísica nos permiten ver hacia atrás en el tiempo hasta épocas muy anteriores (millones de años) a la aparición de la Humanidad. Si hacemos esto veremos que la caída de piedras del cielo, no es algo tan inaudito como suponía el presidente de los EE.UU. en el siglo XIX. Muy al contrario hoy hemos localizado en nuestro planeta casi 200 cráteres originados por impacto de objetos procedentes del espacio. Hay varios cientos mas que están pendientes de ser comprobados y sin duda muchos mas casos de impactos ocurridos pero cuyas huellas no se han conservado. El relieve de la superficie terrestre está cambiando continuamente.
Es mucho, muchísimo lo que sabemos actualmente sobre caídas de “piedras” del cielo a nuestro planeta; pero sería demasiado aburrido entrar en detalles al respecto. No obstante cabría recordar a modo de ejemplo que en los primeros días del año 2004, en los cielos de nuestra provincia se vio el paso de un meteorito, que fue estudiado a fondo por la Asociación Leonesa de Astronomía y del que se recogieron varios fragmentos.
PELIGRO EVIDENTE PARA LA ESPECIE HUMANA
Desde el año 1996 funciona a nivel mundial un organismo (“Spaceguard Foundation”) para promover y coordinar el estudio y detección de cuerpos menores cercanos a la Tierra; es decir esos pedruscos que pueden darnos sorpresas y que eventualmente podrían causar grandes tragedias. España participa en los trabajos de investigación que a nivel mundial se hacen en esta línea y en el año 1997, se estableció en nuestro país la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN). Es una satisfacción que el asteroide 2012 DA14, se descubriese precisamente en España (valemos para algo mas que para dar patadas a un balón); pero lo sucedido en Rusia demuestra que hay que afinar mucho mas.
Es evidente que el impacto sobre la Tierra de un gran meteorito podría tener consecuencias devastadoras para el conjunto de la Humanidad (sabemos lo que les ocurrió a los dinosaurios aunque fue hace 65 millones de años) y sabemos que como dice Pablo de Vicente Abad, “es seguro que un asteroide o un cometa de tamaño grande impactarán de nuevo sobre la Tierra en el futuro. Lo que desconocemos es cuando.” Por todo ello se están llevando a cabo estudios encaminados a buscar el modo de evitar que esa amenaza se llegue a concretar en el futuro. Esperemos que haya suerte y que cuando la amenaza se haga evidente ya tengamos a mano la solución para conjurarla.
Se baraja incluso la idea de modificar la trayectoria (órbita) de meteoritos que amenacen a la Tierra forzándolos a adquirir una orbita que sean estable en tono a nuestro planeta y que no constituya amenaza alguna, pero que al mismo tiempo esté lo suficiente cerca de nosotros para poder aprovechar sus recursos minerales. Esto sería una intervención en toda regla de los humanos en el control y destino del Universo mas próximo a nosotros. Es decir justamente lo que ya estamos haciendo con nuestro planeta y en mi opinión es lo que Humanidad debe hacer en el futuro. No hay constancia científica de que nadie cuide de nosotros; por tanto somos nosotros quienes debemos preocuparnos por nuestro futuro como especie inteligente que somos.