PREMIOS MUJER 2024

Raquel Gago, culpable pero menos

Esta decisión de los tres jueces profesionales pone en evidencia y entra en colisión frontal con el veredicto del Jurado popular en lo que se refiere a la agente de policía local
Raquel Gago, su abogado, Fermín Guerrero y el procurador Enrique Valdeón, entran en la Audiencia Provincial de León minutos antes de dar lectura al objeto del veredicto. (Foto: Campillo)

Raquel Gago, la policía local de León, considerada culpable del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, el 12 de mayo de 2014, seguirá en libertad condicional hasta que los recursos por el veredicto del Jurado popular se revisen ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León y, en segundo lugar, del Tribual Supremo, no antes de dos años como mínimo. Así lo han decidido esta mañana tres jueces de la Audiencia Provincial de León. Para hacer efectiva su libertad, Gago deberá ingresar una fianza de 30.000 euros antes de ocho días hábiles. El fiscal y las acusaciones recurrirán esta decisión, pero todo hace indicar que no prosperará ese recurso. Gago, pues, no ingresará en prisión a pesar del duro veredicto que contra ella elevó el Jurado popular.

Esta decisión de los tres jueces profesionales pone en evidencia y entra en colisión frontal con el veredicto del Jurado popular en lo que se refiere a Raquel Gago. Porque no puede ser que un veredicto tan contundente y con una solicitud de 15 años de prisión se sustancie con una libertad bajo fianza de 30.000 euros. Esto es un ataque a la línea de flotación del Jurado popular que ha juzgado el asesinato de Isabel Carrasco y se trata, por consiguiente, de una auténtica moción de censura al trabajo de los jurados populares. Ahora, en consonancia con esta decisión, la sentencia definitiva contra Raquel Gago no debería llegar ni mucho menos a los 15 años. No sería consecuente. Si hay que desacreditar al Jurado que se haga con todas las consecuencias.

El acuerdo de dejar en libertad a Raquel Gago se sustenta en el arraigo personal, familiar, social y laboral de la acusada en su entorno de León y en que sigue un tratamiento psiquiátrico en Madrid, que no podría ser continuado dese la prisión. El arraigo se puso de manifiesto el pasado jueves cuando Gago llegaba a la Audiencia casi en volandas por sus compañeros de la Policía Local, como si se tratase de un torero triunfante en Las Ventas. Así como por la recogida de cerca de seis mil firmas a través de las redes sociales pidiendo su libertad. Ahí ha quedado sentado otro precedente: sustituir los jurados populares por votaciones en las redes sociales. Eso sería una Justicia más directa, callejera, popular y ciudadana. Ah. Y más barata.

También consideran los jueces profesionales que, aunque hay un mayor riesgo de fuga, ésta se solventa con un incremento en la fianza, que pasa de los 10.000 euros actuales a los 30.000 que ahora se solicitan. Barata sale la libertad para una persona que ha ido declarada culpable, ojo no se olvide, de tres delitos de extrema gravedad: asesinato, atentado y tenencia ilícita de armas.

Al final, la actuación profesional del polémico abogado defensor Fermín Guerrero se ha salvado por la campana. Lo que no ha conseguido con una actuación errática ante el Jurado sí lo ha logrado ante los jueces profesionales. Al final, su patrocinada, Raquel Gago, es mucho menos culpable de lo que ha considerado el Jurado popular. Por lo que seguirá en la calle, que, en definitiva, era el objetivo principal.

A la larga, se supone que el Tribunal Superior de Justicia y el Tribunal Supremo, integrado por experimentados jueces profesionales, se alinearan más fácilmente con las tesis de sus compañeros, los jueces de la Audiencia Provincial de León, que con los inexpertos y voluntariosos miembros del Jurado popular. En cualquier caso, estas contradicciones ponen en evidencia el mal funcionamiento por no decir del fracaso del Jurado popular en un sistema judicial como el español.

Por todo ello, tiene razón el abogado Guerrero cuando al referirse al Jurado aseguraba que el veredicto ponía de manifiesto que los cinco hombres y cuatro mujeres sin piedad, en realidad “no sabían qué hacer con Raquel Gago” porque al mismo tiempo que la consideraban culpable de terribles cargos dejaban la puerta a abierta para un indulto parcial y hasta para la suspensión de la pena. Es decir, el propio Jurado asumió la tesis de la duda razonable pero no actuó en consecuencia. Prefirió saltarse las claras recomendaciones del presidente del Tribunal cuando éste dejó bien claro en sus instrucciones que la duda siempre beneficia al reo.

Y en su último alegato, eso sí en la calle y ante los micrófonos de los periodistas, que es donde Fermín Guerrero ha sido mucho más eficaz que en el interior de la sala de audiencias, el abogado manifestaba que “a una asesina no se la perdona”, en referencia a la libertad condicional para su defendida. Y tiene toda la razón. O Raquel Gago es una asesina, tal y como ha declarado demostrado el Jurado, o no lo es. No se puede andar con medias tintas. Y en este caso, las medias tintas han anegado el cierre del juicio más mediático y trascendente de la historia reciente de León.

¿Qué pensará Triana, desde su celda en la prisión de Villahierro, en Mansilla de las Mulas, de los beneficios conseguidos por su ya examiga Raquel? Ella sigue encerrada en una pequeña celda mientras su amiga disfruta de entera libertad en la calle. Al fin y al cabo, sobre la actuación de Triana en este asesinato también han quedado en el aire muchas dudas.

Ya sólo falta el último acto de este macrojuicio: la lectura por parte del presidente del Tribunal de la sentencia definitiva, que se espera tenga lugar la próxima semana. Y punto y final.