La pandemia del coronavirus Covid-19 ha provocado un terremoto en el tejido económico del que aún se desconoce el alcance de las consecuencias. En el nuevo escenario de desescalada que se presenta en el horizonte una vez concluya el periodo de confinamiento, la principal preocupación de las empresas pasa por garantizar la seguridad tanto de sus plantillas como de sus clientes. Además de intensificar la limpieza y desinfección de las instalaciones y de rediseñar los espacios para adaptarlos físicamente a las nuevas condiciones, muchas compañías están interesándose por soluciones tecnológicas como los sistemas de medición de la temperatura corporal o las máquinas para que los empleados no tengan que tocar el dinero en metálico para afrontar el retorno a la actividad con plenas garantías.
Según explica el responsable de la empresa berciana SecurActiva, Miguel Viloria, los sistemas de control de la temperatura, homologados para el sector sanitario, son una realidad cada vez más implantada en distintas empresas e instituciones y serán parte de este nuevo escenario en el que las mascarillas y las pantallas de protección seguirán siendo protagonistas. La empresa ha sido la encargada de distribuir estos equipos de detección de calor, similares a los que se utilizan en el acceso al Ayuntamiento de Ponferrada, entre diferentes compañías de la Comunidad. “En Castilla y León la gente está muy interesada, sobre todo por zonas. Donde hay menos casos, las empresas no están tan concienciadas”, asegura Viloria.
Un ejemplo del uso de este tipo de sistemas en la comarca es el fabricante de vidrio Tvitec donde el control diario de temperatura se está llevando a cabo prácticamente desde el primer día de vigencia del estado de alarma, tal y como explica el director de comunicación de la empresa, Roberto Arias. Con unas oficinas hechas en su mayor parte de vidrio – “aquí las mamparas venían de serie”, apunta Arias-, la empresa consiguió regularizar el suministro de equipos de protección y dispone de un amplio margen para distribuir a los 150 operarios que integran cada turno en los más de 100.000 metros cuadrados de instalaciones.
Además, al acceder a su puesto de trabajo, tanto el personal de oficinas como los trabajadores de fábrica deben someterse uno por uno a este control en el que se les enfoca al rostro con un termómetro láser que detecta temperaturas anómalas, es decir, superiores a 37,5 grados. “Hasta ahora nadie ha tenido que ser enviado a casa”, afirma el director de comunicación, que añade que las pruebas se llevan a cabo en todos los centros de trabajo de la compañía.
Sistemas fijos de detección
Los sistemas de medición portátiles dependen, como en este caso, de que haya una persona que manipule el equipo físicamente, por lo que resultan más adecuados “para sitios en los que no hay un movimiento excesivo de personas”, apunta Viloria, que señala que SecurActiva también distribuye otros equipos fijos que utilizan una cámara termográfica y no necesitan de atención, ya que tanto la detección como el aviso se llevan a cabo de manera automática. Esta especie de sistema de videovigilancia resulta “muy efectivo” ya que evita que se produzcan colas en el acceso a las instalaciones y es capaz de funcionar aunque las personas entren en grupos numerosos.
Además, los equipos disponen de un sistema de audio similar al de un teléfono con manos libres que permite la comunicación bidireccional instantánea entre la persona detectada y el encargado de recibir los avisos. Según avanza Viloria, este tipo de sistemas fijos han despertado el interés de empresas como farmacias o residencias de la tercera edad, así como de hoteles que están pendientes de su reapertura.
Más allá de la medición de temperatura, la compañía berciana también se encarga de distribuir otra de las soluciones que muchas empresas, especialmente de sectores como la hostelería y la alimentación, están demandando de cara al retorno a la actividad y que consiste en una máquina de cobro que evita que los empleados tengan que tocar el dinero en metálico. Con este sistema se consigue evitar además el contacto directo entre los trabajadores y los clientes y se reducen significativamente las colas a la hora del cobro, además de que se elimina la posibilidad de un fallo humano. “Es un sistema muy rápido, el cliente mete el dinero, recoge su cambio y listo”, explica Viloria.
Refuerzo de la ciberseguridad
La empresa, una de las pioneras en la comarca en el ámbito de la ciberseguridad y colaboradora en varias iniciativas del Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), con sede en León, también trabaja en la actualización de los sistemas de seguridad de negocios y administraciones que aprovechan la situación de confinamiento y el parón obligado en la actividad para revisar y reforzar sus sistemas de seguridad en el tratamiento y gestión de la información sensible. “Ya no sólo son las grandes empresas, sino las pymes y los autónomos los que están intentando tener su información segura”, explica Viloria.
En ese sentido, el responsable de la compañía asegura que este tipo de acontecimientos “que nos afectan a todos” son el escenario ideal que los ciberdelincuentes aprovechan para incrementar sus ataques. Al respecto, Viloria apunta que el Incibe detectó esta misma semana una campaña fraudulenta que utiliza como gancho la pandemia del Covid-19 y que enlaza, dese un mensaje cortos de móvil (SMS), a una web que imita a la del Ministerio de Sanidad en la que se insta al usuario a pulsar sobre otro enlace para evaluar los síntomas del coronavirus que pueda padecer, lo que activa la descarga del ‘software’ malicioso.
De la misma manera, las autoridades también han detectado un incremento de la práctica conocida como ‘phishing’, en la que los ciberdelincuentes suplantan la identidad de un tercero para acceder a información confidencial. En la actual coyuntura, estos correos se hacen pasar por la Seguridad Social y su contenido está relacionado con situaciones como el cobro de prestaciones o información sobre los expedientes de regulación de empleo. “Muchas veces la gente no le da el valor que tiene la ciberseguridad hasta que sufre un ataque o conoce un ataque en su entorno cercano. Hasta hace poco se entendía como un gasto, ahora ya se empieza a entender como una inversión”, explica Viloria.