Romasanta: la pista del ‘hombre lobo’ en el Bierzo

Manuel Blanco Romasanta, el primer asesino en serie conocido en España, que se creía un hombre lobo, comenzó su carrera delictiva en el Bierzo, matando a un alguacil que le reclamaba el pago de una deuda a un tendero de Ponferrada
Retrato de Manuel Blanco Romasanta. / Wikipedia

Manuel Blanco Romasanta nació el 18 de noviembre de 1809 en la aldea de Regueiro, en Esgos (Ourense). Conocido como ‘El hombre lobo de Allariz’, es considerado uno de los primeros asesinos en serie de los que se tiene noticia, el primero de España, anterior incluso a Jack El Destripador. Acusado de nueve asesinatos durante el siglo XIX, que él mismo confesó, se le condenó a morir “dándole garrote vil”, como dictaba la sentencia del Juzgado de Allariz (Ourense). Llevado el mediático caso a consultas a la Audiencia de la Coruña, se le conmutó esta pena por la de cadena perpetua, según se viene señalando por orden de la propia reina Isabel II. Su abogado siempre insistió en que era un enfermo mental y sus testigos que sufría licantropía clínica.

En cuanto a los restos de sus víctimas, unos huesos aparecidos en la sierra gallega de Mamede, nunca se pudo probar con seguridad que correspondieran a ellas, tal y como establece la sentencia de la Audiencia de la Coruña de la que informan los periódicos de la época, como el Diario Oficial de Avisos de Madrid-1853, que la recoge de manera textual.  Según la sentencia, este extremo habría llevado finalmente a no poder probar los cargos de homicidio más allá de la propia confesión del acusado. Curiosamente, sí se daba por probada ” la manifiesta sustracción -robo a sus víctimas- y consiguiente detención ilegal de las referidas personas cometida por Blanco, sin que dé razón de su paradero, ni haya acreditado de modo alguno haberlas dejado en libertad”.

Romasanta murió en la cárcel, las últimas investigaciones apuntan a la de Ceuta, de cáncer de estómago, en 1863, si bien se desconoce dónde fueron a parar sus restos mortales; se especula que a una fosa común.

Manuel o Manuela

Manuel o Manuela. Porque nació como Manuela Blanco Romasanta, tal y como consta en su partida de nacimiento. Se cree que fue criado como una niña hasta los ocho años, cuando fue modificada dicha partida. Era de aspecto físico normal, aunque más bajo que la media, dicen que medía sobre 137 centímetros, rubio y de facciones suaves o femeninas, descritas por algunos historiadores como “tiernas”. Considerado instruido para la época, pues sabía leer y escribir, además cosía y bordaba, por lo que trabajó inicialmente como sastre o, según otras fuentes, como modista.

En 2012, Fernando Serrulla, un forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, revisaba la figura de este asesino múltiple y le diagnosticaba un trastorno genético de intersexualidad. El antropólogo Xosé Ramón Mariño Ferro ya había apuntado esta posibilidad en 1999. De esta manera, Ferrulla constataba que el cambio de nombre en la partida de nacimiento no había sido un error.

Fernando Serrulla hablaba de “pseudohermafroditismo femenino”, una forma de estado intersexual de herencia genética que “solo se manifiesta en uno de cada 10.000 o 15.000 nacidos vivos”. El propio investigador, como forense, señalaba que había tenido que  ver casos de niños o niñas que, antes de quedar inscritos en el Registro Civil, necesitan un reconocimiento para determinar su sexo. Así, Blanco Romasanta era Manuela, según este doctor. “Tenía sexo de mujer pero, a causa de este pseudohermafroditismo, segregaba una cantidad desmesurada de hormonas masculinas y sufrió un proceso de virilización”; “estas personas, debido a los andrógenos, pueden presentar episodios de fuerte agresividad”, explicaba Serrulla en El País.

En cualquier caso, él o ella se casó a los 22 años de edad con una mujer, pero enviudó tres años después y no tuvo hijos. Sus víctimas fueron varias mujeres gallegas a las que encandiló ofreciéndolas una vida mejor en las ciudades de Santander u Ourense, y después mató, así como a sus hijos menores, en los bosques y distintos parajes que atravesaron de camino hacia los empleos prometidos.

La deuda de Ponferrada y el primer asesinato

Los asesinatos de Romasanta comenzaron después de quedarse viudo, cuando empezó a ejercer como buhonero, entre Portugal, Castilla y León, Galicia y excepcionalmente Cantabria, comprando su género en Chaves y en Ponferrada, en esta última ciudad en el comercio de un tal Miguel Sardó, que algunas fuentes sitúan en la calle del Reloj. La primera muerte nada tuvo que ver con la licantropía que afirmaba que le poseía, debido “a una maldición familiar”. Su primera víctima fue un alguacil leonés, Vicente Fernández, quien salió a su encuentro en el verano de 1843 para embargarle el género por la deuda contraída con el tendero ponferradino Sardó, por importe de 600 reales -y que más tarde saldó un hermano de Romasanta, Antonio, buhonero como él, a plazos- .

Se desconoce dónde se produjo el encuentro con el alguacil, si en el Bierzo o en algún otro punto de la provincia de León (según algunas fuentes Vicente Fernández sería oriundo de Pardavé), si bien el caso lo llevó el Juzgado de Ponferrada. El cadáver de Fernández fue encontrado dos días después de su desaparición, denunciada por su mujer -que fue quien informó que el alguacil salió a encontrarse con Romasanta pues así se lo había comentado-, por arrieros maragatos, al borde de un camino.

El testimonio de la tabernera de Brañuelas

Algún tiempo después, una tabernera de Brañuelas (localidad que algunas fuentes que se hicieron eco del caso situaron por error en la frontera con Galicia) declaró “que un gallego muy nervioso y hambriento se había presentado en su negocio para comprar alimento, que le dio de comer pan, pimientos y un cuartillo de vino, y que el gallego siguió su ruta apenas sin abrir la boca”, señala la Real Academia de Historia (RAH). Romasanta se escapó y ni los Juzgados de Ponferrada, que condenaron al huido a diez años de cárcel, ni la Audiencia de Valladolid, que ratificó el auto de procesamiento en rebeldía, supieron nada de él hasta que fue procesado por sus otros crímenes. Así, en el Diario Oficial de Avisos de Madrid, con fecha 16/11/1853, se señala  textualmente que la sentencia definitiva de la Audiencia de la Coruña se pondrá “en conocimiento del juez de primera instancia de Ponferrada para los efectos que haya  lugar en la causa pendiente en aquel juzgado contra el mismo procesado sobre la muerte de Vicente Fernández en agosto de 1913”. Se desconoce cuál fue el trámite seguido a partir de este momento por el Juzgado de Ponferrada.

Grabado de un hombre lobo.

 

La declaración del lobo que devoraba a sus víctimas

Los detalles del proceso  -que duró desde septiembre de 1852, cuando el alcalde y juez de Allariz reclamara la custodia del detenido al Juzgado de Verín, hasta abril de 1853- están recogidos en la “causa 1788 contra el Hombre-Lobo” -más de dos mil páginas, divididas en cuatro piezas, dos rollos y un extracto-, actualmente en el Archivo Histórico del Reino de Galicia, en La Coruña. Entre ellas se encuentran declaraciones del propio acusado como esta que recoge Wikipedia:

La primera vez que me transformé fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre.

Manuel Blanco Romasanta, Causa núm. 1778: Causa contra hombre lobo, juzgados de Allariz (Orense)

¿Un nuevo ‘sacamantecas’?

A partir de enero de 1851, ante la falta de noticias de las mujeres desaparecidas y la inquietud de sus familiares, a pesar de que el buhonero entregaba a estos cartas falsas de las muertas que él mismo redactaba, los rumores se dispararon, insuflando nueva vida al mito del sacamantecas. “Se decía que Manuel vendía en Portugal un producto grasiento, una especie de ‘medicina popular’, a buen precio, y no tardaron las murmuraciones en apodarle O home do unto o Sacamantecas, empezándose a sospechar que había asesinado a los desaparecidos y vendido su grasa en el país vecino”, indica la Real Academia de Historia. No obsante, la teoría de la grasa humana nunca se probó y ni si quiera se menciona en la sentencia.  Amigos de las víctimas reconocieron algunas de sus prendas en una mujer de la comarca, que interrogada admitió haberlas comprado en la taberna de Mazaira (Montederrano, Orense) al enigmático personaje. No tardaron en aparecer otras prendas de las desaparecidas, vendidas también por Romasanta.

“Alertado por el revuelo, Manuel Blanco desapareció sigilosamente de la región, habiéndose procurado documentación falsa. A mediados de 1852 se encontraba trabajando en Nombela (Escalona, Toledo) en la siega. Allí fue reconocido por dos vecinos de Verín (Orense), dedicados a las mismas labores, que le denunciaron a la Alcaldía, siendo detenido el viernes 2 de julio por la Guardia Civil. Confesó enseguida haber dado muerte a las personas desaparecidas cuando, sin poderlo evitar, se transformaba en lobo, todo ello con espeluznante serenidad”, prosigue la RAH.