Seres peludos y bigotudos ayudan a niños con autismo y personas ancianas

Rebican nació en 2011 para dar una asistencia a colectivos sin acudir a la farmacología y convertir a canes en riesgo de exclusión social en perros de terapia
Zoe esperando a que los niños seleccionen las pinzas que le tendrán que colocar en el peto

M. Alija Zoe corre excitada por los pasillos del geriátrico y saluda cariñosamente a sus moradores. Es una perra labrador de seis años de vida que ayuda todas las semanas a promocionar la salud y el bienestar de niños y ancianos en diferentes puntos de la comarca. Sus dueñas, profesoras y amigas: las terapeutas de Rebican.

“Lo hacemos para darles una segunda oportunidad a ellos -dice mientras baja la mirada hasta Zoe-  y también para dar unas mejoras a los usuarios”, explica Davinia, educadora canina, técnico en Terapia Asistida con animales y una de las fundadoras de Rebican, ‘Rastreando Ilusiones’. “Fundamos esta asociación en 2011, para dar una asistencia a colectivos de forma distinta y convertir a perros en riesgo de exclusión social en perros de terapia de forma que puedan ayudar a las personas que lo necesitan”.

Esta asociación sin ánimo de lucro trabaja en varios centros de día del Bierzo y en colegios con diversos colectivos como autismo, salud mental, geriatría y Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad (TDH), entre otros.

En 2015, pese a que no reciben ningún tipo de financiación o subvención por las terapias, aumentará el número de centros en los que prestan sus servicios. “Lo que pretendemos es dar una alternativa sin acudir a la farmacología, explica Gemma, la terapeuta ocupacional de la asociación. “Los tratamientos enfocados sobre todo a mejorar el estado de ánimo se están centrando principalmente en la dispensación de fármacos”, continua.

“Y es que un perro es un gran terapeuta. Es un buen motivador pero no juzga si lo estas haciendo mal o bien. Es una fuente de afectividad constante que consigue una unión con el usuario muy especial”, explica Davinia, comentando la alegría que infunde Zoe en los pacientes.

Los canes demuestran un grado alto de empatía con los mayores que padecen demencia, uno de los males más recurrentes en cualquier centro de día. Un acto tan sencillo como el de acariciar a los animales consigue que estas personas contacten con la realidad. Por otro lado, los perros son un tema de conversación recurrente entre los ancianos, lo cual mejora sus relaciones sociales.

De esta forma, con animales que reúnen criterios específicos como parte indispensable del tratamiento, trabajan para propiciar beneficios físicos, emocionales y cognitivos. “Con las personas mayores hacemos ejercicios para mejorar la memoria, la atención, el cálculo y la psicomotricidad”.

Uno de los ejercicios utilizados por estas especialistas tiene como herramientas una campana, unas láminas con distintas horas y la colaboración indispensable de Zoe. Ellas, las terapeutas, golpean la campana un número de veces determinado marcando las horas. Los ancianos cuentan y dicen la hora que es. Zoe, al sonido de su voz, se levanta y se sienta dócilmente en la cartulina que indica la hora correcta. El truco: el perro consigue atraer la atención de niños y mayores como si nada. Una tarea que les mantendría aburridos por lo normal, consigue despertar de forma unánime la curiosidad. ¿No será el perro tan “listo” de acertar con la cartulina?, piensan animadamente los presentes en la sala.

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Los ejercicios no tienen límite, en algunos la perra lleva un peto y los usuarios deben colocarse letras del abecedario y poner su nombre, o el de otra persona. “Esto les encanta, conseguimos cosas que de otra forma no serían posibles”, admite Davinia.

Educación canina

Los perros son siempre entrenados a base de técnicas en positivo, “nunca se castiga o lastima a los animales y,si durante la terapia el perro se cansa, la sesión se interrumpe de inmediato”, aclara Davinia. En pocas ocasiones ocurre esto, por lo normal el perro se divierte y esta contento del afecto y de los ejercicios, distingue cuando tiene que ser manso o cuando puede jugar de forma más inquieta, cuándo está dentro de una terapia y cuando ésta ha finalizado.

La asociación de Rebican cuenta ahora mismo con cuatro canes, dos en activo, Lenon y Zoe. Y otros dos, Cala y Alma, preparándose para ser futuros terapeutas.

La educadora canina desmiente el mito de que solo hay algunas razas que pueden ser idóneos para estas actividades. “Esta claro que un labrador puede ser muy buen terapeuta, pero en realidad cualquier raza no propensa a la agresividad también lo es -los agresivos porque sobre todo asustan al paciente-. “Buscamos un perfil, sin miedo, ni agresividad y que sean afectivos”. Los perros pasan meses de entrenamiento previo y análisis de comportamiento y evolución. “Tienen que desarrollar unas cualidades como la obediencia básica. Hasta que no estén totalmente preparados se sigue trabajando en la modificación de su conducta”.

Lenon haciendo ejercicios para mejorar la percepción sensorial y la motricidad
Lenon haciendo ejercicios para mejorar la percepción sensorial y la motricidad

Algunas veces, este entrenamiento consiste en cosas tan curiosas y ordinarias como adaptación a pavimentos. “Al entrar en los pasillos de un geriátrico el perro podría empezar a patinar y resbalar, la actitud del animal  sería negativa ya de entrada y guardaría un mal recuerdo del edificio”. Otra tarea a realizar es la sensibilización hacia los olores fuertes, el fino olfato de un perro podría reaccionar mal en determinadas situaciones.

Las terapias duran seis meses y se realizan con grupos de 10 personas en los centros de día y con 4 niños en el caso de los colegios. Rebican realiza otra serie de actividades, entre ellas, la colaboración de forma voluntaria con el Albergue Canino Municipal. Cuando un perro llega con una actitud negativa que podrían afectar a su adopción como miedo, recelo, agresividad o comportamientos anómalos, el lacero municipal, Julio Ruiz, llama a Rebican para que sus educadoras caninas rehabiliten al animal y así encuentre antes hogar. También ofrecen asesoramiento gratuito inicial a las familias adoptantes.

Probablemente, el único problema que levanten estas terapias son los celos entre los ancianos y niños por atender a estos seres peludos y bigotudos estimulandores de sonrisas.