El consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, demandó hoy que no se generalice sobre la culpabilidad de los ganaderos en incendios forestales, como el declarado la pasada semana en Bouzas (León), que recordó generó un daño “grande” al patrimonio natural del paraje perteneciente a la Tebaida Berciana. Además, aseguró que desconoce el resultado de la investigación efectuada por la Guardia Civil sobre un vecino de la zona.
Suárez-Quiñones, que firmó un convenio este martes con el presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, admitió que incendios como el registrado en el Valle del Oza, en El Bierzo, suponen una amenaza para la biodiversidad, además de un daño a las especies vegetales calcinadas o a la avifauna. Por ello, reconoció que algunos ganaderos le trasladaron su indignación con quien utilizó la cerilla como “atajo” para limpiar la zona de pastos.
Por ello, el consejero demandó que se evite culpabilizar en general a los ganaderos sobre la práctica del fuego, que recordó puede ser empleada si es controlada y, sobre todo, autorizada por la administración autonómica. De hecho, la Junta ejerce la “tutela” en estos casos en los que se solicita por parte de los ganaderos las quemas controladas, como matizó el director del Medio Natural, José Ángel Arranz.
Por su parte, el presidente de la Fundación Oso Pardo defendió el uso del “fuego bueno” por parte de los ganaderos, pero recordó que de forma tradicional se hacía en invierno, con el suelo húmedo, antes de que comenzará la primavera. Destacó que debe ser una medida controlada y autorizada para evitar la “locura” de los fuegos registrados en la última semana en la Cordillera Cantábrica, que en algún caso ha afectado al área que ocupa la especie que protege su entidad.
En ese sentido, Guillermo Palomero destacó que los ganaderos siempre han respetado la calidad de los suelos, con la quema de arbustos, ya que explicó que la ceniza beneficia a los pastos, si bien rechazó los incendios provocados en días con mucho viento, temperaturas altas y ausencia de humedad.
El fuego de Bouzas, que se originó el martes y que fue atajado, se reprodujo el miércoles y llegó a arrasar unas 1.300 hectáreas, principalmente de matorral, según las primeras estimaciones. No obstante, una medición de un satélite de la NASA, conocida este martes, cifra en 1.118 las hectáreas quemadas. El viento, que alcanzó los 80 kilómetros por hora en algunos momentos impidió que los medios aéreos pudiesen actuar durante 36 horas y fue determinante para que se descontrolase el perímetro del incendio.