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Todo lo que gano lo gasto en mujeres

Eso dijo mi padre, Ignacio Linares, por la radio hace unas cuantas décadas, y causó escándalo general entre las oyentes de Ponferrada. ¿Mentía?. No. Más abajo lo explico. Fue antológico, y me acuerdo de esa frase, porque estamos en la semana de “la mujer”. Puedo hablar de la mujer con conocimiento de causa. Puedo hablar de la mujer, porque lo soy desde hace 43 años. He vivido rodeada de mujeres, siempre. Cinco hermanas, una madre y una abuela bajo el mismo techo hasta que llegó la independencia. Además la gata que teníamos en la casa familiar, era eso: hembra. Y lo escribo con todas las letras, sabiendo que muchas se llevarán las manos a la cabeza señalando que el vocablo HEMBRA, es sexista. Pues para mí no. Hembra soy porque no soy MACHO. Tan simple como eso. Lo dice la ley biológica y la lingüística. Otra cosa es, que hombres y mujeres estemos en igualdad de condiciones, que va a ser que no. Ese es otro debate, que mezclándolo con la utilización del lenguaje no sexista, nos llevaría a conclusiones erróneas. Lo explica muy bien Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española, en un artículo que estos días se publicaba en el diario El País, bajo el título “sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”. Un exhaustivo trabajo de investigación acerca de las numerosas guías de lenguaje no sexista que se han editado en los últimos tiempos, por diversas instituciones, sindicatos, ayuntamientos, y donde se pide difundir usos lingüísticos, para dar mayor visibilidad a la mujer. Pero esas guías se han hecho sin contar con los lingüistas. Yo estoy con el catedrático: no soy mejor informadora por ser periodista en vez de periodisto, ni sentencio de manera más justa por ser jueza, en vez de juez. Soy persona.. Y el género de esta palabra es sólo uno, como el individuo al que representa. Llevado al extremo, que tanto repudiaba Platón, se me ocurren textos tan magníficos como ridículos. En pleno resurgir de la utilización de vocablos no sexistas, me llamaron a la emisora desde una institución del Bierzo, para pedirme si al saludar en el primer informativo de las 7.50h,, en vez de decir “Buenos días” podía sustituirlo por “Buenas mañanas”. Yo expliqué a quien me lo pidió, que el uso generalizado y común era el de buenos días y que para dar gusto a la forma femenina ya estaban las tardes y las noches. Por lo tanto el género femenino, en el saludo de cortesía se llevaba la palma. ¡A este paso no vamos a poder hablar!, tendremos que pensar muy bien lo que decimos para no herir sensibilidades. Para esto de encontrar tintes sexistas en las palabras, hay estudios y análisis de todo tipo. Seguro que más de uno de ustedes recuerda ese razonamiento que explica que todo lo bueno y positivo se asocia con los genitales masculinos y por el contrario, todo lo malo o negativo, con los femeninos. Cojonudo: es algo bueno. Coñazo: un tostón. Pero hay otras acepciones igual de divertidas. Hombre público: político, Mujer Pública: putón verbenero; Ejecutivo de empresa; hombre poderoso e influyente, Ejecutiva de empresa: pijotera inaguantable con cara de pocos amigos. Estereotipos y herencias asociadas de un pasado que no tenía en cuenta a la mujer por su valía. Otro ejemplo de simpleza lo vivió en carne propia mi padre, Ignacio Linares, cuando se le ocurrió decir por la radio, por la entonces Radio Cadena Española, que “todo lo que ganaba se lo gastaba en mujeres” y una oyente muy ofendida telefoneó a la emisora, para llamarle sinvergüenza. ¿sinvergüenza por qué señora?, dijo, yo todo lo que gano, lo gasto en y con mis 5 hijas, mi esposa y mi madre. ¡ Una familia numerosa en toda regla!. Buscar en el lenguaje discriminación por razón de sexo, para mí, no merece, ni un minuto más de polémica. Sí lo merecen los derechos que las mujeres todavía no hemos conseguido, aunque se haya avanzado años luz, en materia de igualdad, laboral y económica. En ese barco de la reivindicación sí me subo: igual trabajo igual sueldo.

Queridas miembras, prefiero que me llamen membrilla, antes de dar por buena la perogrullada ministerial tan mayúscula. Felicidades a todas, y adelante, que no nos hagan perder más el tiempo.