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Un equipo de Ical acompaña a una patrulla de la Guardia Civil durante una de las noches del toque de queda

Trabajadores que van o vuelven, transportistas llevando productos básicos durante la noche por las carreteras de todo el país, ‘despistados’ que acuden a supuestas urgencias médicas, extranjeros que atraviesan las vías españolas para llegar a sus países de origen, e incluso algún joven con antecedentes que desprende cierto olor a marihuana mientras vuelve a su casa antes de que lleguen las diez. Estas y otras muchas situaciones son las que, habitualmente, viven los agentes de la Guardia Civil desde la entrada en vigor del toque de queda y que pudo comprobar un equipo de Ical durante una noche de patrulla en la provincia de Salamanca.

21.00 horas. Comandancia de la Guardia Civil de Salamanca. Barrio de La Vega. La patrulla sale, puntual, para afrontar una nueva noche en la que el control del cumplimiento del toque de queda es la principal, pero no la única, misión de cada operativo. Tras recorrer parte de la circunvalación de Salamanca, llega al municipio de Villares de la Reina, donde otra patrulla lleva ya unos minutos controlando un acceso que recoge, habitualmente, un gran tránsito de coches por su cercanía con el polígono industrial. No es el caso ahora, ya que el toque de queda está muy presente en la ciudadanía, y la propia presencia de las patrullas “evita las salidas” de aquella “minoría resistente” porque está en juego “la seguridad y la salud de todos”, como explica el teniente Enrique Miguel.

No obstante, y aunque con cuentagotas, sí que van pasando vehículos que las dos patrullas detienen para comprobar el motivo de su tránsito. La mayoría conduce a trabajadores sanitarios listos para afrontar otro duro turno de noche en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. Otros pocos, como Álvaro, se encaminan de vuelta a casa tras apurar la última hora de la tarde para hacer ejercicio en pleno campo. Uno, pasadas las 21.30 horas, desprende un “evidente olor a marihuana” que hace activar las alarmas y congrega a los cuatro agentes, que identifican al conductor y el copiloto como dos jóvenes con antecedentes por tráfico de estupefacientes. Comienzan las preguntas y, tras confesar que todos salvo el piloto habían consumido marihuana, comienzan a bajar uno a uno del coche, “por seguridad” de los propios agentes “pero también por la suya” para el correspondiente cacheo individual y la inspección del vehículo.

Sin embargo, los escasos restos de la sustancia presentes en el interior del coche no son suficientes para poder iniciar un expediente sancionador y, tras comprobar la identidad de las dos chicas que viajaban en la parte posterior del vehículo sin su DNI, los agentes dejan que los cuatro jóvenes prosigan su camino mientras una de las patrullas cambia de zona para seguir comprobando el cumplimiento del toque de queda. Y es que los controles son “aleatorios, cortos y móviles para que el infractor o el delincuente no sepa donde están”. La otra patrulla, a la que sigue el equipo de Ical, se encamina por su parte hacia la autovía A-62, para formar parte del operativo puesto en marcha, dentro del Plan TELOS, para la detección de sustancias estupefacientes.

Control de la Guardia Civil durante el toque de queda / Ical

 

“La delincuencia no para”

22.15 horas. Llegada a un punto kilométrico indeterminado dentro de la autovía A-62, en el tramo que separa Salamanca de Valladolid, para comprobar que ninguno de los camiones, furgonetas de reparto y escasos turismos que pasan por allí lleva droga en su interior. Y es que, como explica el teniente Enrique Miguel, “la delincuencia no para” a pesar de la pandemia y, por ello, la labor de control de toque de queda lo que hace es “unirse a estos operativos ya habituales”.

Focos, luces de indicación, conos, dos vehículos atravesados y dos agentes de la Guardia Civil indican a los conductores el inicio del control, desplegado en un tramo de unos 300 metros de la autovía, mientras otros ocho agentes, con su misión particular “asignada desde la Comandancia”, esperan en el interior del mismo las indicaciones de ‘Zar’, el perro detector de drogas, que es el primero que, junto a su guía, realiza un registro inicial de cada vehículo. Si su olfato encuentra indicios, el vehículo pasa a dicha zona interior, donde se lleva a cabo una inspección más minuciosa y las preguntas pertinentes a sus ocupantes. Si se encuentra alguna sustancia, se traslada a la furgoneta del Servicio Cinológico para su inmediato análisis, porque en ocasiones “lo que parece droga no lo es”. Es el caso, y el conductor y los ocupantes de una furgoneta con dirección a Francia, al igual que los cuatro ciudadanos belgas procedentes de Portugal en un lujoso deportivo, reemprenden la marcha con la ayuda e instrucciones de los dos agentes ubicados en la retaguardia del dispositivo de control.

El operativo, dirigido por la Unidad de Seguridad Ciudadana (USECIC) de la Comandancia de la Guardia Civil de Salamanca, está capitaneado por el teniente Antonio Barreiro, quien reconoce a Ical que, desde la entrada en vigor del toque de queda, “hay bastante menos tránsito” y casi todo tiene que ver con el transporte de mercancías, lo que por un lado “facilita la labor” al no tener que estar “tan pendientes de las colas de retención” por el operativo, pero por otro requiere, en ocasiones, del apoyo de agentes de la Unidad Fiscal de la Guardia Civil para “la comprobación de que las mercancías y paquetes transportados concuerdan con los datos facilitados por la empresa”. Y es que, aunque el Plan TELOS marque como prioritaria la detección de drogas, los operativos “son más complejos y amplios” ya que también incluyen la búsqueda de armas y explosivos o el control “aleatorio” de documentación e identidades de conductores y pasajeros “por si hubiera posibles requisitoriados”, a lo que ahora se suma la detección de infractores del toque de queda.

En cualquier caso, y como el propio teniente especifica, la mayor parte del trabajo de los agentes, más ahora con el control del toque de queda, es “informativa” para explicar “en todo momento” a cada ciudadano retenido “lo que se está haciendo”: bien si es un dispositivo para la búsqueda de armas o drogas, o bien para explicar a los ciudadanos extranjeros la legislación, “porque no es la misma que en su país de origen y mucha gente cruza España sin saber si está incumpliendo la ley”.

Control de la Guardia Civil durante el toque de queda / Ical

 

Labor pedagógica

22.59 horas. Comienza el desmontaje del operativo, “el momento más complicado” y donde prima “la seguridad” de agentes y ciudadanos como algo “sagrado” para la Benemérita, mientras la patrulla inicial, acompañada por el equipo de Ical, se encamina hacia otros dos de los varios controles desplegados en los accesos a Salamanca capital y a los municipios del alfoz: la glorieta del estadio Helmántico y la de entrada a la localidad de Carbajosa de la Sagrada. En cada uno de ellos, se suceden con cuentagotas los conductores que regresan de una larga jornada laboral y algún que otro ‘despistado’, como el repartidor de una conocida marca que cuenta con una autorización pero del mes de marzo, “que ya no es válida para la situación actual”, o el joven que salió a por una medicina para su abuela considerándolo una urgencia médica, cuando estas las marca “el aviso al centro de salud o la presencia en el vehículo de la persona que la sufre”.

Pero en ninguno de los casos se emite una sanción, ya que los agentes comprueban que ambos dicen la verdad. “No estamos para que haya un perjuicio económico al ciudadano, sino para controlar pero, sobre todo, para informar y aconsejar”, señala el teniente Enrique Miguel, para quien las sanciones deben ir “hacia el transgresor que lo haga de forma dolosa y consciente, pero no para el trabajador despistado o en situación de vulnerabilidad”.

00.21 horas. La patrulla se encamina hacia la glorieta Llaves de la Ciudad, que separa Salamanca de Santa Marta de Tormes, y que es “nudo de comunicación” porque conecta también con la autovía de Madrid y el polígono de Los Montalvos. Un nuevo dispositivo especial de control de toque de queda por parte de la USECIC se ubica en el lugar. Nada más llegar, un ‘susto’ en forma de maniobra extraña por parte de un vehículo hace reaccionar a los agentes, que se encaminan a los coches por si hubiera que emprender una persecución. Falsa alarma: el conductor “pensaba que la carretera estaba cortada”, pero tras comprobar los agentes su permiso para circular durante el toque de queda, sigue su camino. Y es que estas noches de toque de queda, donde el frío casi invernal comienza a hacer aparición, “son duras y, sobre todo, raras”, aunque el teniente Enrique Miguel matiza que “todas lo son”. Especialmente para aquellas patrullas que están “en los puntos más alejados” de cada provincia, donde la Guardia Civil es, en muchas ocasiones, “el último reducto del Estado”. Un reducto que, cuando el equipo de Ical abandona este último control, pasada la una de la madrugada, continúa alerta. Por la salud y la seguridad de todos.