En la muestra se podrán contemplar obras muy complejas e integrantes en las que el hombre aparece a la vez como juez y verdugo; como símbolo del poder y del sufrimiento.
La exposición es un fiel reflejo de las vivencias y miedos vividos durante la infancia de Boris Woronzow (Berlín 1920-Caracas 2006) mientras huía de diferentes conflictos bélicos.
En sus obras se pueden apreciar las influencias de prácticamente todas las vanguardias artísticas que a principios de siglo surgieron en el Norte de Europa.
Estilísticamente, la muestra destaca por el contraste entre las líneas y los ángulos rectos repartidos por un espacio descompuesto en diferentes planos y con una iluminación absolutamente irreal.