Visca la farsa 

Quiero mucho a España, al español y a los españoles… pero a veces siento lástima de no haber nacido anglosajón, para tener un problema menos: el del idioma.

Hay más de todo en inglés. Con el inglés puedes ir hasta a Japón y arreglarte por allí con éste. Tiene que ser un gusto escuchar las películas tal y como fueron concebidas. Etcétera.

Incluso ahora que la globalización está puesta en duda, seguramente con razón, y hay que volver a tratar de acercarse a ser países autosuficientes y esas cosas… pues incluso ahora, no cabe duda de que conviene un idioma con el que entenderse cuantos más mejor…

…excepto para los catalanistas.

Siguen empeñados en su minúsculo idioma. No lo hablan ni siquiera todos los catalanes, es un estorbo para quien vaya de fuera, y es completamente inútil para ellos mismos a poco que se muevan. Pero nada: hay que andar a la pelea cada poco por defender ese anacronismo.

Nos andan también aquí en El Bierzo enredando con el gallego, los de un partido político que dice defender esta comarca. Nos andan enredando con el “llionés”, en la provincia.

¡Hay que jorobarse! ¡Cuando muchos no saben bien ni el castellano!

Pero es que es todo una farsa.

La cosa no va de idiomas. No va ni siquiera de identidades: se puede querer mucho a un sitio sin renegar del resto, sin hacer de menos a los demás… sin perder la concordia.

La cosa va de intereses políticos (por tanto: de poder > por tanto: de dinero) de unos pocos “listos”, y de unos cuantos menos listos que se dejan manipular a cuenta de eso.

Y va, indirectamente, de que el sistema electoral español lleva muchos años obsoleto, fallido. Va de que cuando han podido (los grandes partidos) no lo han cambiado, y ahora ni se puede cambiar, por el caos político que tenemos…

Unos pocos tienen una representación desproporcionada, y con ella nos tocan a todos las narices con el único propósito de beneficiar sus intereses políticos. Y así se usa el idioma, y otras cosas.

El saber SÍ ocupa lugar, nuestra capacidad no es ilimitada por mucho que un refrán diga lo contrario. Además está el tiempo que se pierde con una cosa, que por tanto no se están empleando en otra.

¿Qué sentido tiene ocupar la cabeza y el tiempo con un idioma con el que solo se entienden unos pocos?

Los “listos” saben que cuanto más se distraiga uno con menudencias, menos lo hará con cosas más importantes….

¡Visca la farsa!

Tomás Vega Moralejo.